La tecnología puede ser una gran aliada para cambiar el mundo. Descubre cómo nuestro proyecto de robótica en Waslala, Nicaragua, está mejorando la educación de 480 niños y niñas como Luz.
El poder de la robótica para mejorar la educación
A sus 9 años, Luz Álvarez Arvizú aspira a construir un robot que hable. Pertenece al club de robótica Los Magníficos y desde hace un mes se reúne cada tarde con sus compañeros para armar y desarmar un pequeño robot hecho con bloques de construcción. Se trata de un autobús escolar sin conductor que consigue ir trasladando piezas –alumnos- de un punto a otro del tablero –ciudad-.
Todo se cuida al detalle y cada integrante del club tiene su función. La tarea de Luz es garantizar que cada pieza sea instalada en el lugar correcto. Otra persona se encarga de programarlo para que pueda moverse y un tercer miembro garantiza la convivencia del equipo, que no haya discusiones, que se respeten las reglas… ¡y que no se pierdan las piezas! “Al inicio me costaba armar el robot, pero después ya no, primero lo hacía en 5 minutos y ahora lo termino en 2:19 minutos”, asegura orgullosa.
Luz estudia cuarto grado en la escuela Estrella de Belén y sus padres tienen un pequeño negocio familiar de venta de cuadernos en Waslala, al norte de Nicaragua. Como otros 479 niños y niñas de la zona participa en “Innovo y cambio”. Se trata de un proyecto de innovación educativa que desarrollamos junto con la Fundación Madre Tierra y la financiación del Gobierno de Baleares. ¿La meta? Mejorar la educación en Waslala gracias a la tecnología.
Mucho más que robots
Este proyecto va mucho más allá de enseñar a construir robots. Busca que estos niños y niñas también mejoren competencias cognitivas y habilidades para la vida. En definitiva, cables, móviles, interruptores y tabletas son la herramienta para trabajar cuestiones como la resolución de problemas, el trabajo en equipo, la motivación para ir a la escuela o el interés por la ciencia y la tecnología como salidas profesionales.
En el caso de Luz, por ejemplo, el proyecto no solo ha impulsado su motivación por la ciencia. También ha mejorado la seguridad en sí misma: “siento que le ha ayudado a desarrollar más las habilidades que ella ya tenía, la ha motivado a descubrir más cosas, a tomar decisiones de forma más segura y a ejercer su liderazgo”, afirma Arlen, su madre.
Un esfuerzo olímpico
La apuesta por ligar innovación con educación ya está dando sus frutos. A principios de septiembre, un grupo de niños y niñas del proyecto participaron en la tercera Olimpiada Nacional de Robótica. El evento, celebrado en Managua, congregó a 89 equipos de varias escuelas y universidades del país.
Luz recuerda entusiasmada la experiencia: tenía que conseguir que su robot trasladase con éxito por el tablero a varios niños que debían llegar a sus casas, a una tienda de frutas, a la estación de carga… “Estaba un poco nerviosa, pero me sentí muy feliz cuando llevé el primer niño”, confiesa.
Todo salió bien y, aunque no ganaron, despidieron la olimpiada con más ilusión que nunca. Una ilusión que, además, les está llevando a aplicar en casa todo lo aprendido. “Mi mamá tiene una máquina de coser y no podía componerla. Yo le dije: ‘tranquila, esto es casi como un robot’. Una patita chiquita se le había caído a la máquina de coser”, cuenta Luz.
En Ayuda en Acción trabajamos para que la historia de Luz no sea una excepción, sino el destino merecido de todos los niños y niñas de Nicaragua.