Hace apenas unas semanas ni siquiera conocía el concepto de Senior Woman, más que lo que podía deducir a partir de una traducción simple. Hoy, sin embargo, me gusta poder compartir la historia de alguien a quien conocí en Uganda y que marca el futuro de muchas jóvenes refugiadas.
En febrero un pequeño equipo de Ayuda en Acción viajamos hasta este país africano, donde desde hace tiempo trabajamos en los campos de refugiados que acogen a personas, en su mayoría, huidas de Sudán del Sur. Nos desplazamos concretamente a Adjumani (Norte de Uganda), donde pudimos conocer a muchos héroes y heroínas, personas que luchan cada día por tener y ofrecer una vida mejor en condiciones extremadamente adversas.
Podría contar la historia de muchas personas, historias tremendas que nos hacen cuestionar muchos pilares de nuestras vidas. Pero hoy, tal vez coincidiendo con la fecha que pronto celebramos (el Día Internacional de la Mujer), quiero centrarme en una historia en positivo, la de Ayuma Florence, una mujer ugandesa, en apariencia tranquila, que narraba con voz dulce una realidad terrible. A su edad acaba de graduarse como Senior Woman, una especie de tutora o consejera, gracias a al apoyo de Ayuda en Acción. Su trabajo se desarrolla en el Centro de Educación Secundaria del asentamiento de refugiados de Pagirinya, inaugurado en julio de 2016 alberga a más de 36 000 personas refugiadas desplazadas de Sudán del Sur. La mayoría de sus habitantes llegaron en ese mismo año huyendo de la guerra en su país. No conviven aislados de la sociedad, sino que comparten espacios y vidas de manera pacífica con la población local ugandesa.
Allí, en el instituto para jóvenes donde Ayuda en Acción realiza varias acciones como la construcción de aulas y la formación del profesorado, fue donde conocimos a Florence. El objetivo de su formación era convertirla en Senior Woman, para que además de ser una excelente profesora, pudiera dar consejos y tutorías a los chicos y chicas sobre convivencia y construcción de la paz.
Senior Woman: educar en tolerancia como única forma de paz
Ayuma Florence nos contó que muchos de los jóvenes en el asentamiento han sufrido la guerra de cerca cuando eran niños, dejándoles fuertes traumas que todavía arrastran hasta hoy: “vienen con una mentalidad de guerra y la manera que tienen de resolver sus problemas es a través de la violencia. Aquí les enseñamos a convivir de una manera pacífica, a dialogar para resolver conflictos”. Pero esta tarea no es fácil: muchos de los jóvenes en el campo de Adjumani proceden de tribus diferentes, y en ocasiones, enfrentadas en la guerra de Sudán del Sur. La labor de Ayuma Florence es educar a los chicos y chicas en la tolerancia como única manera de vivir en paz.
Su trabajo pone principal foco de atención en las chicas: ellas son especialmente vulnerables en este entorno: estudiar la secundaria se convierte en una prueba constante para derribar barreras y pocas consiguen llegar hasta el final. “A pesar de la obligatoriedad de la secundaria, hay que pagar 15.000 UGX (menos de 4 €) al año, que para la juventud de aquí es mucho dinero. Las jóvenes que no reciben apoyo de las familias o no tienen familia salen a recoger leña para venderla y poder costearse así la matrícula y el uniforme”, nos contaba la Senior Woman. Pero este hecho que puede parecernos sin apenas importancia, tiene implicaciones muy fuertes en la convivencia con la población local. Por su status de refugiados, las personas refugiadas reciben una ración de comida diaria por parte de Naciones Unidas, lo que les permite sobrevivir. Pero cuando quieren cambiar de dieta y comer algo fresco o alguna pieza de carne, necesitan el dinero para comprarlo. En Adjumani más del 59% de la población es refugiada y aunque como decíamos antes la convivencia suele ser pacífica, cuando los recursos escasean las tensiones crecen: “en el caso de la recogida de leña por parte de las jóvenes, ocurre que muchos propietarios no quieren verlas en sus tierras y optan por quemar los árboles de su terreno para que no entren”.
Falta de salud sexual y reproductiva para las jóvenes: sueños truncados
El tema de la salud sexual y reproductiva es un gran reto al que las jóvenes del campo de refugiados de Adjumani deben hacer frente, y para lo que piden apoyo de la Senior Woman: “las dificultades cuando tienen la regla son enormes: no tienen tampones y muchas de ellas ni siquiera cuentan con ropa interior… todo esto hace que no puedan salir de casa durante los días que dure su menstruación”. La situación de las jóvenes se complica todavía más si quedan embarazadas. La ley Ugandesa las prohíbe ir a clase durante el embarazo (ley que por otro lado, no afecta a los chicos). Casi todas, después de ser madres, quieren volver a estudiar; sin embargo, la carga del bebé les dificulta tremendamente cumplir su sueño de estudiar, porque si deben salir para amamantar a sus bebés, ya no se les permite volver ese día a clase.
El papel de Ayuma Florence es más que de una simple tutora para las chicas y chicos de Pagirinya. Muchas de ellas y ellos no tienen familia y la Senior Woman se convierte en su única familia: “perdieron a su familia en la guerra y llegaron sin nadie al asentamiento, cuando eran solo niñas y niños. Ahora que son jóvenes necesitan tener una persona adulta que las aconseje y las dirija durante la adolescencia”.
Ayuma Florence, la Senior Woman de Adjumani, es un faro necesario que lucha por ofrecer una vida mejor a la juventud del instituto. Pero ella, como mujer sabia que es, lo tiene claro, no se conforma: “lo que ahora necesito es una habitación donde poder tener tutorías individuales de manera privada, donde conversar sin que nadie nos moleste”.
Y es que ante todo, están los derechos.