En Honduras trabajo no rima con juventud. Los medios suelen conjugarlo con violencia y pandillas, pero no hay que bucear tanto para conocer a jóvenes que no dejan de luchar por su futuro. En este país centroamericano de donde cada día salen cientos de migrantes hacia Estados Unidos, la juventud no lo tiene fácil para conseguir un empleo. A la falta de oportunidades en el último año se han sumado los efectos de la COVID-19 y de los huracanes. Hoy conocemos la historia de Cindy Canales, una joven hondureña de 21 años que ha crecido entre granos de café.
No rendirse jamás. Es una de las frases que guían la vida de Cindy. De la etnia tolupana, Cindy ha vivido siempre en la comunidad de Las Vegas, rodeada de altas y frondosas montañas en las que el café es la principal fuente de riqueza para sus habitantes.
Vive con su padre, Tomás, de quien ha heredado su pasión por el trabajo en los cafetales. Desde el fallecimiento de su madre, Cindy desempeña también el rol de los trabajos domésticos. No para ni un solo segundo. Es una joven que frente a las adversidades no se queda quieta.
En Honduras la brecha de género entre jóvenes que ni estudian ni trabajan supera el 30%, en detrimento de las mujeres. Clic para tuitear
Los comienzos de Cindy como joven emprendedora
Con solo 15 años Cindy vio claro su futuro: quería tener su propio laboratorio de cata de café para mejorar el sabor y el aroma de los frutos que le da la tierra a ella y a otras tantas familias como la suya. A pesar de proceder de una familia humilde y trabajadora, su padre y ella no dudaron al sumarse a la Cooperativa 25 de Julio, a la que Ayuda en Acción apoya desde hace más de cuatro años.
No somos grandes productores pero nuestra cosecha da beneficios y la pertenencia a la Cooperativa nos ayuda a conseguir ventajas que solos no tendríamos. Además, nos permite crecer como profesionales con los cursos que recibimos gracias a Ayuda en Acción.
Cuando Cindy habla de su proyecto, la ilusión se contagia. Una de las motivaciones que hacen que sea una de las jóvenes más activas de la cooperativa es la formación que proporcionamos desde nuestro proyecto PIAH, que llevamos a cabo con apoyo de la Unión Europea en Honduras. En el último año ya ha recibido diversas formaciones que hacen que se esté convirtiendo en una de las jóvenes que más saben de este asunto en su zona.
La otra generación ni-ni
Por cuestiones personales interrumpió sus estudios pero Cindy no está nunca parada. Sí, ella es de la generación ni-ni, pero de la otra: de la que ni deja de estudiar, ni deja de trabajar. En Honduras, según cifras de la OIT a principios de 2020, el porcentaje de jóvenes que ni estudiaban ni trabajaban ascendía al 25,3% (en 2019 la tasa de desempleo en jóvenes de entre 15 y 24 años era del 11,3%, según OIT). Pero lo importante no es tanto la cifra como la brecha de género que presenta: un 5,8% de jóvenes varones que ni estudian ni trabajan frente a un 36,6% de mujeres.
Durante los meses de cosecha de café, de noviembre a marzo, Cindy es voluntaria en la cooperativa. El próximo curso, además, comenzará a estudiar en la universidad a distancia para obtener un título en Empresariales:
Sueño con tener mi propia empresa, quiero crearla y poder formar en ella a gente joven como yo.
Hoy en día tener una carrera universitaria no asegura tampoco el futuro de la juventud en Honduras: alrededor de 40.000 jóvenes con estudios universitarios no tienen empleo. Según el informe Escasez de oportunidades laborales para los jóvenes, el 87% de la juventud en Honduras tiene problemas para encontrar empleo, lo que supone la tercera cifra más alta de América Latina, por detrás de El Salvador y Nicaragua.
Juventud, trabajo y conformismo en Honduras
Cindy reconoce que a veces ve en la juventud de su país cierto conformismo: "si algo nos sale mal, nos rendimos pronto". Ve claramente que uno de los problemas a los que se enfrenta la gente de su edad es el desempleo por falta de formación: "pocos jóvenes trabajan y estudian". El problema, en su opinión, es que las necesidades que tienen no van a la par que los sueños y metas, y es ahí donde aparece la frustración.
En Honduras tras el impacto de la COVID-19 la juventud se sitúa como sector especialmente vulnerable. Muchos de ellos terminan por emigrar. Clic para tuitear
La precariedad es otra de las palabras que siempre acompaña a la juventud de su país. "Al contrario de lo que mucha gente piensa, aquí la juventud arriesga", asegura. En comunidades como la suya, donde todo el mundo se conoce, la ayuda mutua es algo frecuente: hoy por ti y mañana por mí. Es lo que reclama a las personas más mayores de su comunidad:
La juventud necesitamos referentes y consejos que nos ayuden a crecer y generar oportunidades.
Un estudio de la OIT sobre la situación del empleo en Honduras tras el impacto de la COVID-19 pone a la juventud como sector especialmente vulnerable por los bajos ingresos que generan. La diferencia entre el salario medio y el salario mínimo es peligrosamente baja.
Mujer, empleo y retos de futuro
Pocas barreras ve Cindy en su camino hasta alcanzar su objetivo. El hecho de ser mujer no es para ella un hándicap a la hora de afrontar su futuro.
No tengo miedo a emprender por ser mujer, sé que hay mucho machismo pero mi sueño es mucho más importante que cualquier barrera, ¡nadie me va a parar!
Pero ni el machismo ni otros condicionantes están consiguiendo detenerla, aunque la COVID-19 tampoco se lo esté poniendo fácil. Su padre y ella decidieron no contratar a más empleados en su finca porque tenían miedo a los contagios. Esto ha hecho que deban trabajar aún más duro.
Antes de despedirnos, quisimos hacerle a Cindy una pregunta. ¿Qué le diría a otros jóvenes que buscan empleo en Honduras y que no lo tienen tan claro como ella? La respuesta fue rápida: que salgan de su zona de confort y sean conscientes de que nadie les va a regalar nada: "si al primer intento no funciona, hay que seguir adelante y mirar lo malo como una oportunidad", termina.