Ulima urera significa en el idioma de la etnia macua, de Mozambique, “cultivar es bueno”. Así se llama la asociación creada en Muália, en Cabo Delgado, por 24 mujeres de entre 20 y 60 años que juntas están consiguiendo potenciar su relación con la tierra. Hoy te contamos su historia.
Policultivos para ser climáticamente resilientes
El clima en la región mozambiqueña de Cabo Delgado es extremo. Hay mucha sequía en determinados períodos y una época con fuertes lluvias en otros. Esta fue una de las razones que empujaron a las mujeres de la asociación Ulima urera a generar rotaciones de cultivos o mejor dicho: policultivos integrados con cada temporada climatológica. En el final del invierno europeo, por ejemplo, en Balama (la comunidad de la que proceden) se cultivan varios tipos de judías, maíz y sésamo. Pero no pierden el tiempo, porque ya se encuentran preparando la siguiente fase de siembra con otros productos de la huerta.
Formación y asesoramiento, claves para empoderar
La Asociación Ulima urera recibe el apoyo de Ayuda en Acción a través de su socio Mundukide. Las mujeres que pertenecen a ella han recibido formación para la mejora de técnicas de producción de sus cultivos. También han recibido capacitaciones para ser capaces de reconfigurar el formato de la machamba, como se llaman allí las tierras dedicadas al cultivo.
Además de estas formaciones, están continuamente asesoradas para obtener los mejores resultados de su trabajo. El próximo reto que tienen, y para ello reciben asesoría, es implantar el riego por gravedad cuando la configuración geográfica de los ríos de la zona lo permita.
Todo este apoyo y asesoramiento se ve reflejado en el apreciable aumento de la producción local. Ahora el aprovechamiento del suelo y las semillas es mucho mayor. Pero los resultados no son solo cuantitativos. Cuando las mujeres reciben apoyo como el que brindamos en esta zona, es inevitable que resulten empoderadas. Desde la creación de Ulima urera se han generado redes de colaboración entre las propias mujeres de la asociación, lo que les ayuda no solo para sus trabajos, sino también para resolver problemas familiares o personales que puedan ir surgiendo.
El hecho de ser escuchadas y que su punto de vista cuente como cualquier otro ha conseguido empoderar a mujeres que hasta ahora no habían sentido que tenían potestad sobre sus propias decisiones.
Me siento respetada dentro de mi comunidad: cuando repartimos las tareas nos cuidamos. Juntas sembramos para producir y alimentar a nuestras familias. Ahora podemos comercializar nuestros productos y así hacer crecer nuestra comunidad (Juliana João, 55 años).
Nuevos retos para las mujeres de la asociación
Las mujeres de Ulima urera no paran de pensar su futuro. A día de hoy están planificando nuevos retos que prevén la adquisición de una bomba de agua para tener autonomía cuando el riego por gravedad no sea posible. Además de esto tienen muchas más peticiones de sus socias para seguir mejorando no solo la producción, sino también su distribución.