A la hija de Socorro la violaron cuando tenía 16 años. Aún le cuesta hablar de uno de los momentos más dolorosos de su vida, un episodio de violencia machista y sexual que casi se cobra la vida de su hija. Pero unirse a ella ha sido el salvavidas de ambas, en el sentido casi literal de la palabra.
Sororidad. Contra la violencia machista el apoyo de otras mujeres es fundamental. Lo sabe Erika, que quizás nunca escuchó la palabra, pero que cada día la pone en práctica.
Es la mejor amiga de Socorro y su principal apoyo desde que ocurrió la violación de su hija. En Nicaragua, como en otros muchos países, cuando algo como lo que le ocurrió a la hija de Socorro sucede, se tiende a culpar a la víctima.
Mucho más que un proyecto: una red de apoyo
Fue Erika quien les apoyó cada día y también quien invitó a Socorro a participar en el proyecto que Ayuda en Acción desarrolla en su comunidad, El Porcal (departamento de Somoto, en Madriz). El proyecto, basado en la apicultura y con apoyo de la Cooperación Galega, va más allá de trabajo. Se trata de una experiencia en la que se trabaja el apoyo entre mujeres organizadas alrededor de un objetivo común.
A través del proyecto se trabajan los derechos económicos de mujeres productoras pero también su empoderamiento. Por supuesto, se pretende reducir su vulnerabilidad no solo ante los efectos del cambio climático, sino también frente a instituciones o personas que no tienen en cuenta los derechos que a todas las mujeres pertenecen ni el grado de violencia que soportan.
El testimonio de Socorro sobre la violencia machista
Antes de pertenecer a los grupos de mujeres productoras de miel que impulsa Ayuda en Acción, Socorro vivía escondida. El miedo era su principal protección tras la violación de su hija. Ella nunca fue así, todo lo contrario. Pero el suceso había minado su autoestima. Hoy ha recuperado todo lo que perdió durante un tiempo.
Hoy siendo que soy una mujer diferente, que puede pasar cualquier cosa pero que podré enfrentarme al mundo entero.
Pero Socorro no fue sola a las capacitaciones sobre derechos de las mujeres. Su hija le acompañó y gracias a ello ha podido levantarse e ir superando el trauma de la violencia sexual que sufrió hace tan solo tres años y del que hoy su madre se atreve a hablar:
A mi hija la violaron, la machetearon… Aún tiene cicatrices. Solo en su cabeza tiene seis heridas y le faltan tres dedos en sus manos.
El día que pasó todo mi hija salió a comprar y no volvía. No podía localizarla porque el violador se encargó de apagarle el celular. Busqué desesperadamente a mi hija, mi amiga Erika me dijo que tenía que llamar a la policía. Finalmente la encontramos, ahí fue cuando el violador la macheteó. La gente me ayudó a llevarla al hospital, estaba al borde de la muerte.
De esta experiencia he aprendido mucho, sobre todo de la solidaridad. Esto lo hemos sobrevivido gracias a la ayuda de la comunidad, de mis amistades y de las instituciones. He podido superarlo todo con ayuda. Pero lo que más me ayuda es ver a mi hija fuerte y en pie, estudiando y peleando por su futuro.
A pesar de todo, la hija de Socorro es hoy una mujer fuerte. Erika, la amiga de la familia, reconoce que aunque ha podido sobreponerse, esto ha cambiado la vida de la víctima: “él está pagando en la cárcel, pero eso no va a borrar las cicatrices que la joven tiene”, asegura. Junto con su madre, Damaris participa en los grupos de apicultoras, aunque ahora está un poco más ausente porque encontró un trabajo que le permite continuar con sus estudios.
Ayuda en Acción se ha preocupado por nosotras y les agradezco porque han sido una ayuda grande para nuestras vidas.
El mensaje a otras mujeres
Erika ha sido un apoyo fundamental para Socorro y su hija Damaris, víctima de violencia sexual. Ella, una mujer empoderada gracias en parte a las capacitaciones ofrecidas en el proyecto de Ayuda en Acción, tiene un mensaje que dar a otras mujeres que puedan sufrir violencia en sus propios hogares:
Yo les digo que escuchen a otras mujeres que han vivido violencia y que lograron sobrevivir a esa situación. A veces oigo a mujeres decir que no se separan por el “qué dirán”. La gente que diga lo que quiera, pero nosotras debemos salir de la violencia, ponerle el alto, denunciar. Eso no es ningún delito.