La violencia sexual en Nicaragua es algo con lo que convive a diario el país centroamericano, aunque no es exclusivo de la zona: la violencia contra la mujer es mucho más que golpes. Cada hora el Instituto de Medicina Legal (IML) de Nicaragua realiza dos peritajes por abuso sexual, en su mayoría a menores de 17 años. Las estadísticas revelan que el hogar es el sitio menos seguro: el 46% de las agresiones sexuales sucedieron en el domicilio de las víctimas.
Uno de los casos de violencia sexual en Nicaragua
Las cifras impactan pero más aún conocer casos como el de Altagracia Pérez, una lideresa de una comunidad rural de San Lucas, en el corredor seco de Nicaragua, que accedió a contar su historia en cámara porque quiere que nadie viva lo que atravesó su hija y su familia. “El miedo me ha marcado”, confiesa en la entrevista.
Su hija es sobreviviente de violencia sexual en Nicaragua. Dos años atrás la joven rompió el silencio y le contó a su pareja sobre el abuso que sufrió de parte de un tío político. En esos momentos, “a veces quiso no existir para no sufrir más", recuerda Altagracia.
“Cuando una siente tantos problemas, una no duerme... Esos momentos ya los pasé, a una no le dan ganas de bañarse ni de comer. A una le parece que el mundo se termina, que hasta ahí llega”, relata en un vídeo que Ayuda en Acción ha presentado en escuelas de zonas rurales y urbanas de Nicaragua y otros espacios, como parte de una campaña denominada #EsViolenciaSexual. El objetivo de la campaña es sensibilizar sobre la incidencia de la violencia sexual y contribuir a su desnormalización.
El caso de la hija de Altagracia confirma los datos estadísticos. Cifras oficiales sobre violencia sexual en Nicaragua de 2018 indican que el 65% de los agresores sexuales pertenecían al círculo cercano de la víctima: el 36,8% eran conocidos, el 15% familiares y el 13,5% novios.
El 65% de los agresores sexuales a mujeres en Nicaragua (2018) pertenecían al círculo cercano de la víctima. #EsViolenciaSexual Clic para tuitear
“Pienso en otras mujeres que no pueden escapar del problema”, reflexiona Altagracia, que da algunas pistas sobre cuestiones que muchas veces “facilitan” este tipo de casos en las familias: “a veces el hacinamiento de las familias, dormir todos en el mismo cuarto, genera situaciones de violencia sexual en las familias”, lamenta.
Modelos de masculinidad y violencia machista
Conviene en este punto recordar a la antropóloga feminista Rita Segato, quien con fines académicos entrevistó a violadores en Brasil. De los resultados de estas entrevistas resaltan tres aspectos. Rescataré el último, que explicó en una entrevista a La Vanguardia: “El violador nunca está solo. Aunque actúe solo, está en un proceso de diálogo con sus modelos de masculinidad, con figuras como su primo más fuerte o su hermano mayor. Está demostrándole algo a alguien (a otro hombre) y al mundo a través de ese otro hombre”. Urge, entonces, hacer algo para cambiar esos modelos de masculinidad.
Un diagnóstico de Ayuda en Acción analiza la situación en 20 comunidades rurales del Corredor Seco de Nicaragua. Resalta la alta tolerancia al abuso sexual, uno de los tipos de violencia que más se registra en la zona. Paralelamente el estudio revela un profundo temor entre las mujeres, quienes no se sienten seguras al salir de sus casas. Las mujeres de la zona son acosadas y tienen temor de ser violadas yendo a la escuela o cuando van a traer agua al pozo comunal.
Los resultados del estudio evidencian también la continua culpabilización a la víctima y la normalización de la violación, del incesto y del estupro (relaciones sexuales con menores). Un 24% de mujeres encuestadas para el estudio y un 27% de hombres aseguraron estar de acuerdo con la afirmación de que “algunas veces las niñas y las mujeres buscan ser violadas”.
En respuesta a la situación descrita, Ayuda en Acción ha propiciado que en comunidades rurales de Nicaragua se debata y enseñe sobre las relaciones equitativas entre hombres y mujeres. Esto se está llevando a cabo con procesos de sensibilización en masculinidad positiva. Pero también promoviendo el ejercicio de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres, implementando rutas de protección a la violencia basada en género, así como mejorando de las condiciones económicas y capacidades técnicas productivas de las mujeres. Todo ello con el objetivo de facilitar su autonomía personal y económica.
En el ámbito de Derechos Humanos de las Mujeres este año se tiene previsto atender a 4 815 mujeres y a 1 510 hombres en masculinidades. Durante el primer cuatrimestre del año ya estaban organizadas 3 815 mujeres y hombres jóvenes en actividades de formación y sensibilización en género. En ese grupo están Altagracia y su hija, junto a quienes hoy nos unimos para denunciar la violencia sexual.