La menstruación es un proceso natural que forma parte de la vida de una niña, pero en muchos países las niñas no tienen acceso a aseos en las escuelas ni a productos sanitarios, por lo que muchas abandonan la escuela temporal o permanentemente una vez que empiezan a menstruar. Un informe de la UNESCO estima que una de cada diez niñas del África subsahariana falta a la escuela durante su ciclo menstrual
Según algunas estimaciones, esto equivale al veinte por ciento de un año escolar. Esta situación es muy común en la Etiopía más rural, donde se ubica este proyecto. A pesar de los esfuerzos del gobierno y de las asociaciones locales por erradicar el estigma cultural de la menstruación, el 25% de las niñas que viven en zonas rurales no utilizan ningún producto de higiene menstrual y el 50% faltan a la escuela durante su periodo menstrual, y muchas de ellas ni siquiera han recibido información sobre la gestión de la higiene menstrual. Esta falta de conocimiento se ve agravada por las creencias religiosas y tradicionales que llevan a las niñas a ocultar su menstruación.
Otro aspecto importante es el impacto medioambiental que provocan los residuos sanitarios: una compresa convencional contiene hasta un 90% de plástico, equivalente a cuatro bolsas de plástico, y tarda entre 500 y 800 años en descomponerse. De media, una mujer utiliza 11.000 productos menstruales desechables, tirando hasta 200 kg de productos sanitarios a lo largo de su vida. Estos residuos son especialmente difíciles de gestionar en las zonas rurales, donde la recogida de residuos es escasa.