Las mujeres rurales asociadas en cooperativas gestionan e innovan empresarialmente procesos productivos y mercados sostenibles, y mitigan los efectos de la COVID-19 en el corredor Seco de Nicaragua.
Los efectos de la pandemia de la COVID-19 y los huracanes Eta e Iota, que prolongaron la recesión en el año 2020 en –2,5 %.
El Banco Mundial estima que la pandemia ha afectado negativamente al crecimiento económico debido a la creciente incertidumbre sobre la evolución de la crisis sanitaria, la propagación interna del virus y la caída del turismo. A estos efectos negativos se une la alerta de la ONU y UNICEF, que señalan que la violencia contra las mujeres y las niñas está aumentando como resultado del confinamiento y el aumento de la agresión por el estrés emocional y económico que se vive en la mayoría de los hogares nicaragüenses. Asimismo, aumentaron los casos de feminicidios y embarazos adolescentes.
En el Corredor Seco de Nicaragua, concretamente en el departamento de Madriz, los medios de vida de las mujeres y sus familias se han visto afectados por los huracanes Eta e Iota. El mayor impacto se ha dado en su seguridad alimentaria. Sus principales medios de vida provienen del sector primario, sobre todo de agricultura y ganadería menor y, por ello, dependen del acceso a recursos y/o conocimientos técnicos de buenas prácticas adaptadas a las condiciones agroclimáticas.
Este proyecto da continuidad al trabajo respaldado por la Xunta de Galicia en los últimos cuatro años y pretende mitigar los efectos negativos que han provocado la COVID-19 y los fenómenos naturales en las nueve cooperativas de miel y lácteos organizadas por mujeres de los municipios de Telpaneca, Totogalpa y San Lucas.
El objetivo principal es mitigar los efectos ocasionados por la COVID-19 en el ejercicio de los derechos económicos y los medios de vida de las mujeres del corredor seco de Nicaragua, en un ambiente de no violencia y de adaptación frente al cambio climático.
Para ello, impulsamos la puesta en práctica de nuevas formas de relacionarse interpersonales entre los miembros de la familia que permitan prevenir la violencia de género, el cuidado y protección de la niñez y elaborar planes de vida que incluyan nuevas formas de convivencia familiar.
Además, fortalecemos las competencias productivas y comerciales de las mujeres asociadas en cooperativas a través del fomento de prácticas tecnológicas. Esto permitirá minimizar los riesgos ante amenazas hidrometeorológicas. De este modo, se prevendrán los efectos en la seguridad alimentaria, producción, transformación y comercialización; favoreciendo la generación de ingresos económicos de las mujeres socias de las cooperativas y sus familias.
Por otra parte, es fundamental la articulación público-privada y el fortalecimiento de capacidades organizativas, asociativas y empresariales, pues esto permitirá́ mejorar el crecimiento económico productivo, comercial y de capitalización de las cooperativas.
“No hay mujeres con negocios propios porque la mayoría no salen de sus hogares, dependen económicamente de los hombres”
Karina Inestroza vive en la comunidad El Mamel (Totogalpa)
“Cuando llegan fuertes sequías, no hay floración. Sin floración, las abejas no pueden polinizar y la cadena se detiene. Para adaptarnos, es muy importante reforestar y evitar así la solución más cara: la trashumancia de las abejas”
Kathy tiene 18 años y forma parte de COPAGMEL, la Cooperativa de producción de mujeres emprendedoras de San Lucas
“He aprendido que mujeres y hombres tenemos los mismos derechos, que no es como antes que las mujeres no éramos valoradas, ahora sí. Sé a través de estos talleres que yo valgo igual que mi pareja, igual que los otros varones, sé que también nosotras podemos, que yo puedo”
Luz Adriana López tiene 25 años y creció junto a su familia en Totogalpa, municipio de Madriz
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