Cada año alrededor de 500 000 personas de origen centroamericano y sudamericano emprenden la ruta migratoria hacia México. Históricamente han sido más los hombres que se desplazan. Sin embargo, el número de mujeres está creciendo, con una presencia entre el 16,2 % y el 24,9 % en la Frontera Sur de México en 2020.
En Guatemala existen diferentes franjas fronterizas para llegar a México, la más transitada, por atravesarla la carretera interamericana, es la zona fronteriza sur occidente, con la ciudad guatemalteca de Tecún Umán.
Entre finales de 2018 y principios de 2019, cerca de 10 mil personas de naciones centroamericanas organizados en caravanas permanecieron un tiempo en la ciudad de Tecún Umán y luego cruzaron la frontera hacia México, con el objetivo de llegar a Estados Unidos con mayor seguridad. La ciudad llega a ser un lugar de pernoctación para los migrantes por temporadas extensas, pues lo han identificado como lugar estratégico para movilizarse en cualquier momento, sobre todo para quienes han sido retornados. Además, cuenta con un Centro de Recepción de Retornados por el que México deporta por vía terrestre a los nacionales de Guatemala. Así fueron retornadas 37 443 migrantes, de ellas, 6 661 mujeres.
Adicionalmente, la dura política migratoria de contención del gobierno de Estados Unidos obliga a los gobiernos de México y Centroamérica a firmar “acuerdos migratorios” para frenar los éxodos migrantes. La politización de la frontera entre México y Guatemala se ha traducido en una política de contención, utilizando lógicas de militarización, securitización y control administrativo.
El feminicidio como forma extrema de la VBG continúa afectando a miles de mujeres y niñas en la región, a lo que no escapan las mujeres en movilidad forzada. Ellas también son víctimas de trata.
Otro elemento que afecta a las personas en movilidad forzada es la creciente xenofobia y discriminación que sufren en su tránsito, en particular las mujeres y niñas.