En el departamento de Chiquimula se registra una tasa de pobreza del 70,6 % que provoca inseguridad alimentaria de la población, desnutrición y malnutrición crónica y aguda, migraciones forzadas, sobrecarga de trabajo para las mujeres y las niñas, desestructuración familiar y aumento de la desigualdad de género.
En esta región predomina una producción agropecuaria poco diversificada e insuficiente que no es capaz de hacer frente a la variabilidad climática y está cultivada en suelos de muy baja calidad. Además, las infraestructuras para la preparación de alimentos son precarias y hay un escaso conocimiento sobre su elaboración y conservación.
Otro factor predominante en la inseguridad alimentaria es el escaso acceso al agua potable. Existe una gran distancia ente el punto de acceso a la misma y las casas de las familias, lo cual supone una sobrecarga del trabajo para mujeres y niñas, quienes se dedican tradicionalmente a este tipo de labores. Sabemos, además, que el 41,1 % de las familias se abastecen de agua de los nacimientos existentes en la comunidad, los cuales carecen de cualquier tipo de tratamiento.
La desigualdad de género en el acceso a los activos productivos también afecta a la seguridad alimentaria de las familias y al empoderamiento de las mujeres. Las mujeres no tienen acceso al trabajo formal, a la propiedad de la tierra ni a activos financieros, lo que determina su desarrollo social y autonomía económica. En la región de Ch’orti, el 84 % de las mujeres declaran que su principal rol es ser amas de casa, sin ningún tipo de ingreso económico.
Al desconocimiento de sus derechos y, específicamente los relacionados con la alimentación, la salud, el agua y la participación política, se suma la inexistencia de espacios físicos adecuados para consolidar sus organizaciones, lo que merma su capacidad de incidir en los mecanismos de toma de decisiones ante las instituciones correspondientes.