Etiopía tiene 110 millones de habitantes, de los cuales más del 70% tiene menos de 30 años. A pesar de los significativos avances en los últimos años, sigue siendo uno de los países más pobres del mundo.
El 82% de personas vive en zonas rurales, donde enfrentan una fuerte presión demográfica y escasez de tierra, bruscas variaciones climáticas, degradación del suelo y un bajo nivel de producción.
La tasa de desempleo juvenil es del 26%: cada año más de tres millones de jóvenes se encuentran en busca de trabajo y potencialmente están forzados a migrar en caso de no lograr acceder al mercado laboral.
En educación enfrentan graves problemas: infraestructuras deficientes, altos ratios de alumnado por clase y docentes poco cualificados. En zonas rurales, la tasa de analfabetismo llega al 51,8%. Muchos menores se exponen al trabajo infantil; las niñas, a embarazos y matrimonios tempranos. En Etiopía el 74% de las mujeres y niñas del país entre los 15 y los 49 años han experimentado alguna forma de mutilación. Allí, la educación desempeña un papel crucial en su prevención.
El cambio climático tiene grandes efectos en Etiopía. La economía del país depende principalmente de la agricultura y ganadería a pequeña escala, lo que les hace extremadamente vulnerables. Estos años el país ha vivido fuertes lluvias que provocaron inundaciones y una de las sequías más graves de los últimos 40 años, lo que aumenta la inseguridad alimentaria. Si vuelve a fallar la temporada de lluvia no se descarta una emergencia humanitaria de nivel 5, es decir, de hambruna.
En Etiopía, hay más de cinco millones de personas desplazadas principalmente debido a conflictos o por los efectos del cambio climático. Es el noveno país del mundo y el tercero de África en acoger personas refugiadas: se estima que actualmente hay más de 800 000 (el 60% son menores).