Mali es uno de los países más pobres del mundo, pues depende fundamentalmente del sector primario (agricultura y minería suponen alrededor del 36% del PIB).
En Mali, un 20% de la población –tres millones de personas– se encuentra en situación de inseguridad alimentaria. El número de personas necesitadas ha aumentado un 17 %, de 7,5 millones en enero de 2022 a 8,8 millones en enero de 2023, ilustrando la creciente necesidad humanitaria que sufre el país.
A la pobreza, la falta de oportunidades, el cambio climático y la lucha por los recursos naturales se suma una creciente presencia de grupos yihadistas. La escalada de tensiones entre las comunidades de las zonas fronterizas de Malí y Níger está provocando desplazamientos. A pesar de la firma de los acuerdos de paz en mayo de 2015 entre el Gobierno y los grupos armados, la situación lejos de mejorar, continúa degradándose. La inestabilidad de la zona centro del país es cada vez mayor, lo que hace que el número de desplazamientos internos forzosos siga creciendo.