Tras la esperada recuperación económica post-pandemia, la invasión rusa de Ucrania provocó otros desequilibrios económicos. El precio de la energía pudo aliviarse con la “solución ibérica”. Sin embargo, la inflación ha seguido aumentando el precio de los alimentos y productos básicos, afectando especialmente a los grupos vulnerables.
Pese a disminuir los niveles, el porcentaje de población en riesgo de pobreza o exclusión social se sitúa en el 26,0 %. En infancia, este dato sube a uno de cada tres niños y niñas, el tercer peor dato de la UE.
En materia de empleo, a pesar de la mejora en la temporalidad, España es el país de la zona euro con mayor tasa de paro (12,7 %, duplicando la tasa de la zona euro). También es el primero en desempleo juvenil, aunque bajando del 36,9 % al 28,4 %.
La juventud, cuando consigue trabajo se encuentran con empleos precarios y con una tasa de temporalidad y empleo a tiempo parcial muy superior al conjunto de la sociedad. Además, se enfrenta a un grave problema de acceso a la vivienda, lo que dificulta su emancipación. De este modo, se prevé el porcentaje de quienes viven con sus padres aumentará casi un punto del 46,8% a 47,5% en 2030.
A este contexto se le suma la desigualdad. España es el tercer país más desigual de la Unión Europea, lo que tiende a erosionar los pilares de la democracia: la movilidad social intergeneracional y la igualdad de oportunidades. La desigualdad provoca un aumento de la inestabilidad, una menor participación política, falta de confianza en las instituciones y una mayor radicalización y violencia, lo que debilita y amenaza la cohesión social.
En materia medioambiental, cada vez son más habituales las olas de calor y las sequías generalizadas. Esto provoca efectos como la pérdida de 300 000 hectáreas en el país en 2022 a causa de los incendios.