Ecuador enfrenta importantes retos, como el descenso de la pobreza y muy particularmente de la extrema pobreza, la reducción de las desigualdades, el combate contra la desnutrición crónica infantil, la mortalidad materna, el abastecimiento de servicios básicos en los hogares (principalmente del sector rural) la erradicación de la violencia de género o la integración socioeconómica de la población migrante venezolana.
La invasión de Ucrania y la subida de alimentos han traído consecuencias negativas en la seguridad alimentaria para los vulnerables. A lo que se suma la exposición a eventos meteorológicos como consecuencia del cambio climático como El Niño, poniendo en riesgo las vidas y los cultivos de la población.
Las familias, en general, y la infancia y la adolescencia, en particular, tienen un acceso limitado al agua potable. Esta problemática está determinada por malas infraestructuras, lejanía de las fuentes de agua, capacidades limitadas de mantenimiento y un marco normativo que dificulta tramitar permisos para su uso.
Las organizaciones de productores tienen un tejido asociativo débil, lo que facilita el control del mercado por parte de intermediarios. El envejecimiento de la población del sector rural y las desigualdades de género provocan que los sistemas de producción campesinos se deprecien y que la población joven sea expulsada de los territorios, poniendo en riesgo su misma viabilidad.
En el país hay 502.214 migrantes procedentes de Venezuela en situación de movilidad humana en Ecuador. La gran mayoría situación irregular con falta de medios de vida, sin acceso a vivienda o agua potable. La mitad de la infancia migrante está fuera del sistema escolar. Además, muchas personas en situación de movilidad humana son víctimas de violencia de género, trata, tráfico, xenofobia y estigmatización.