Guatemala se ubica dentro de los países con mayores niveles de desigualdad y pobreza en la región centroamericana. El país debe enfrentar grandes retos, siendo uno de ellos la educación, ya que los datos de Guatemala están por debajo de la media latinoamericana. La deserción escolar antes de concluir la secundaria es del 71,66%. Además, muchos menores comienzan a asumir roles de trabajo adulto desde temprana edad.
La mayoría de la juventud que anualmente ingresa a la fuerza laboral no cuenta con la preparación necesaria. Se estima que la mitad de las personas jóvenes que vive en áreas rurales, donde destaca la alfabetización y las condiciones de pobreza extrema de este grupo de población.
En el Corredor Seco de Guatemala, la mayoría de familias tiene una economía de subsistencia. Fundamentalmente dependen de dos actividades al año: la siembra de granos básicos (maíz, frijol y maicillo) y el jornaleo agrícola temporal (principalmente la cosecha de café y azúcar). La dependencia de estas actividades les pone en grave situación de vulnerabilidad, ya que la imposibilidad de realizar alguna de estas tareas implica alcanzar altas tasas de desnutrición aguda, mortalidad y morbilidad materno-infantil. En Guatemala, uno de cada dos menores sufre desnutrición crónica.
El número de denuncias de violencia contra las mujeres ha aumentado en los últimos años, siendo el delito más denunciado del país. Sin embargo, la gran mayoría de estos delitos quedan impunes. Del mismo modo, en los últimos años, también se constata un aumento de embarazos de niñas entre 10 y 14 años.
En Guatemala, los desastres relacionados con el cambio climático han provocado impactos cuantiosos y duraderos sobre la pobreza y han afectado con mayor virulencia a las poblaciones más vulnerables.