Nicaragua es uno de los países centroamericanos con altos índices de pobreza, pese a los esfuerzos realizados en las últimas décadas. En octubre de 2022 el huracán Julia provocó daños económicos calculados en 402.6 millones de dólares, el equivalente al 2.6% del PIB, sobre todo por las pérdidas en infraestructura vial y las cosechas, sin embargo, el PIB real en 2022 creció un 4,0 % gracias al incremento de las remesas y las exportaciones. Se estima que la pobreza se redujo al 13,3 % en 2022.
Nicaragua es uno de los países que presenta un bajo nivel de desempeño del emprendimiento y empleo. Se han identificado las siguientes dificultades históricas entre los jóvenes: i) mayor intermitencia laboral; ii) mayor tasa de informalidad; iii) dificultad para acumular calificaciones específicas; iv) brechas digitales; y v) escasa experiencia que reduce la probabilidad de acceder a un empleo, lo que ha generado mayor migración.
Uno de los desafíos que enfrenta el país en términos de educación es la reducción de la brecha tecnológica. Desde 2017 se introdujo la robótica en el sistema educativo. Aunque el país se encuentra en etapa básica de preparación digital, se ha proyectado disponer de 742 aulas digitales móviles en institutos públicos. Las brechas digitales son mayores en zonas rurales y semirrurales.
En el campo existe el fenómeno de la migración temporal. La parte de la población migra a la ciudad o a otros países para incrementar los ingresos familiares dedicándose, sobre todo a la agricultura o la industria. Las mujeres suelen dedicarse a empleos como trabajadoras domésticas. Esta situación ha aumentado más en los últimos años.
En temas ambientales uno de los retos es la adaptación al cambio climático debido a la presencia de El Niño.
Por último, Nicaragua tiene una de las tasas más elevadas de embarazos en adolescentes de América Latina, situación que es propiciada, entre otros factores, por las uniones a temprana edad.