La situación de la infancia y las mujeres, la falta de oportunidades, la movilidad humana y los efectos del cambio climático son los principales retos en el país.
Tras el crecimiento del PIB en 2022 debido a la recuperación de la COVID-19, la inflación volvió a frenar las mejoras económicas en el país. Por esas razones, la mejora de la pobreza ha sido lenta. La tasa de pobreza de 2022 se mantuvo 3 puntos porcentuales por encima de los niveles de 2019. Además, cerca de 700 mil peruanos habrían pasado de la clase media a la situación de vulnerables y otros 700 mil habrían pasado de la vulnerabilidad a la pobreza.
La infancia y adolescentes son quienes más han visto incrementar la pobreza y la pobreza extrema. Sobre todo, cuyos progenitores tienen empleos de baja productividad o informales. Según Unicef, Perú podría retroceder una década en la superación de la pobreza.
A nivel educativo, se ha registrado una pérdida de aprendizajes equivalente a 10 años debido al cierre de las escuelas, prolongado durante dos años por la pandemia. Unido al problema de la deserción escolar, pues más de 670 mil niñas, niños y adolescentes no se han matriculado, probablemente porque han ingresado al trabajo infantil.
Perú cuenta con una gran afluencia de movimientos migratorios regionales. El año pasado, más de 496 000 venezolanos habían solicitado asilo. Sin embargo, para las personas desplazadas y refugiadas no es fácil, pues tienen que enfrentarse a una extendida xenofobia en el país que a veces se deriva en violencia.
Por otro lado, el desarrollo y la prosperidad del país pueden verse amenazados por el cambio climático debido a su geografía, las desigualdades persistentes y su estructura económica dependiente de sus recursos naturales. Sin embargo, Perú cuenta con oportunidades y ventajas que puede utilizar para un desarrollo resiliente y alcanzar un mayor crecimiento económico.