El Informe Regional de Desarrollo Humano publicado por el PNUD de 2021 destaca una alta desigualdad y bajo crecimiento productivo en América Latina y el Caribe, profundizado aún más por la pandemia. Este escenario se aplica al contexto boliviano: en el caso del Chaco, el 70,54% de la población se encuentra en situación de pobreza, el 23,50% en extrema pobreza y el 7,5% es indigente. La población guaraní y campesina es la más afectada.
Por otra parte, el impacto social y económico de la COVID-19 afectó negativamente en la capacidad de generar ingresos. El 96% de la población de áreas rurales se vio afectada económicamente, mientras que en áreas urbanas la incidencia fue menor. La principal vocación económica productiva de las familias campesinas en la región es la agropecuaria. Producen principalmente maíz, cacahuete, patata, cítricos y ganadería porcina. Esta producción está destinada a la venta en los mercados, al autoconsumo y al trueque. En los últimos años las familias han incorporado la apicultura como una actividad complementaria, constituyéndose en una alternativa para la economía de las familias rurales de las comunidades.