Honduras vive una prolongada crisis migratoria causada por la desafiante situación económica, los efectos negativos del cambio climático, las condiciones estructurales de violencia y la idea bastante extendida que el futuro fuera de Honduras es mejor. Esto ha provocado una disminución del sentimiento de arraigo y un aumento significativo de hondureños migrando de manera irregular hacia el extranjero y principalmente hacia los Estados Unidos de América. De igual forma este fenómeno migratorio se ha extendido a los demás países del triángulo norte y México, lo que ha generado presiones significativas de flujos migratorios irregulares y la puesta en práctica de políticas migratorias más restrictivas en EE.UU., dando como resultado que dichas políticas provoquen un aumento de los migrantes retornados, de hecho, en los últimos 5 años, incluyendo lo corrido del 2023, el gobierno de Honduras ha reportado 290 982 migrantes retornados.
El migrante retornado advierte una crisis consular y evidencia las crecientes dificultades para hacer de la migración irregular una opción de vida exitosa. Sin embargo, en la mayoría de los casos se olvida que los migrantes retornados, en particular los jóvenes, también reflejan un proceso victimizante de personas que intentaron hacer una vida fuera de Honduras porque las condiciones de vida, el respeto a sus derechos humanos, las garantías de respeto a su condición humana, a sus identidades, a sus preferencias sexuales, no estaban aseguradas. Por eso hay muchos jóvenes migrantes retornados que intentaron alejarse de esas situaciones victimizantes y hoy nuevamente están en el país cohabitando con las mismas situaciones que los persuadieron de migrar, y, por lo tanto, se preservan las condiciones estructurales y sociales que seguirán incentivando su migración irregular.