Borena ha sido identificada como una de las áreas más propensas a sufrir sequías recurrentes y prolongadas en Etiopía. El ciclo de las sequías además se está acortando en los últimos años. Si hace tres décadas se sufría una sequía cada cinco años, en estos momentos, Borena padece una sequía cada dos.
Las sequías recurrentes erosionan la capacidad de resiliencia de las comunidades que, junto con conflictos étnicos, convierten a la población agropastoralista en altamente vulnerable. En este marco, las comunidades apenas tienen recursos para combatir la pobreza, la desigualdad, la falta de acceso al agua, la falta de tecnología y recursos, el agotamiento de los recursos naturales y la baja diversificación de los medios de vida.
Borena es predominantemente una región pastoral. Más del 80% de la población depende de la cría de ganado para su sustento. Son comunidades que se mueven de un lugar a otro en las zonas de secano y, a veces, cruzan la frontera con Kenia en busca de agua y pastos.
La pérdida de ganado debido al bajo desempeño reproductivo de la ganadería y los desplazamientos en busca de pastos afectan negativamente a las comunidades de Borena. Como resultado, la capacidad de recuperación de las comunidades agropastoralistas y sus medios de vida son muy limitados. Muchas dependen de ayuda para su subsistencia.
Además, la población productora y agropastora no es un actor relevante en el mercado, lo que provoca que tenga un escaso margen de participación. Debe afrontar dificultades estructurales como la baja productividad, el poco valor agregado, la alta pérdida postcosecha y la falta de poder de negociación, lo que provoca un bajo precio de su producto en el mercado.