Por si aún quedaran dudas, las señales no dejan de surgir en todos los rincones del mundo: el cambio climático ya está aquí. Una de sus principales consecuencias es la sequía, un problema que se está dando en regiones como América Latina con una frecuencia e intensidad sin precedentes.
Desde 1970, la sequía ha afectado a más personas en el mundo que cualquier otro fenómeno natural. Lo saben muy bien en países como Bolivia, donde durante los últimos años se han producido sequías extremas que incluso han afectado gravemente la disponibilidad de agua para el consumo humano. Y todo esto en el seno de un país que consiguió que Naciones Unidas reconociera como universal el derecho al agua en el año 2010.
Los recursos hídricos de Bolivia han ido mermando a causa del cambio climático. Un ejemplo son los glaciares andinos, fuentes naturales de provisión de agua que, según estimaciones de la UNESCO, desaparecerán en un 90% de aquí a finales de siglo. Todo ello, unido a la deficiente situación de los sistemas de distribución y gestión del agua, tiene como resultado que las limitaciones para acceder al agua en la zona rural y urbana sean cada vez mayores.
Pero hay otras causas muy arraigadas en el contexto boliviano que también afectan a esta situación y que son: el desarrollo de la minería al pie de los glaciares; el sobreuso para el pastoreo de los bofedales –humedales de altura permanentes– que estabilizan los flujos de agua; el aumento del consumo de agua por el crecimiento urbano, a pesar de desarrollarse una conciencia de ahorro y buen uso doméstico; y finalmente, la falta de identificación de nuevas fuentes de agua.
La falta de agua no sólo es grave por las pérdidas equivalentes a más de 125 millones de dólares sino por el riesgo que supone para la seguridad alimentaria de casi un millón de personas, la mayor parte de ellas de las zonas rurales. Además de esto, la sequía afecta también a la salud de la población por la calidad del agua a la que accede; según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el consumo de agua insalubre es uno de los factores principales en la transmisión de enfermedades gastrointestinales, provocando altas tasas de desnutrición y mortalidad, sobre todo en los niños y niñas.
Ayuda en Acción trabaja en Bolivia desde hace más de 30 años en proyectos de desarrollo territorial para mejorar las condiciones de vida de las personas que viven en las zonas más desfavorecidas del país. Uno de nuestros esfuerzos principales en el país tiene que ver con asegurar el acceso al agua. En estos años, hemos desarrollado e instalado sistemas aislados de agua segura para consumo humano en las comunidades, sistemas altamente eficientes en la captación del agua, ya que a partir de pequeños caudales se colecta para su posterior distribución entre la población, pudiéndose interconectar a las redes domiciliarias. También trabajamos en la protección de las fuentes naturales de agua a través de las Áreas Naturales de Semilla de Agua (ANSAS) y allá donde se encuentra la fuente natural de agua, se realizan obras de protección y de forestación, ejecutadas por los propios campesinos.
En cada área rural también desarrollamos acciones específicas de Información, Educación y Comunicación (Estrategias IEC) con las autoridades, en los domicilios y en las escuelas. En el caso concreto del municipio de Azurduy –en los Andes bolivianos–, la población ha visto cómo se ha reducido drásticamente la temporada de lluvias. La escasez de agua generaba inseguridad alimentaria y desnutrición crónica, para solucionarlo construimos –junto con la Fundación José Entrecanales Ibarra– una red de captación y almacenamiento de agua que incluye la construcción de una presa, 15 lagunas colinarias y 30 estanques de ferrocemento que benefician directamente a más de 2.000 personas. Esta obra de ingeniería fue galardonada en 2017 con el Premio Internacional de Cooperación al Desarrollo de dicha fundación, el cual recibimos de manos de S.M. el rey Felipe VI.
Es innegable que el cambio climático ha llegado para quedarse y que, con él, el problema del acceso al agua se plantea como la cuestión fundamental a escala global. Por ello, en Ayuda en Acción trabajamos para prevenir las consecuencias de esta grave situación que, como siempre, afecta en mayor medida a las personas más vulnerables.