Hace apenas un par de meses, me dijeron que me iba una semana a Colombia. Acababa de ganar el primer premio del concurso de Ayuda en Acción CLIMA REC. Aunque suene emocionante irse a la otra punta del mundo, lo mejor era lo que iba a hacer allí: ser reportera social. Mi objetivo era contar las historias de pequeñas comunidades que luchan contra el cambio climático y son líderes en modos de vida sostenibles y durables.
Si me preguntáis cómo se prepara alguien para un voluntariado así, no tengo una gran respuesta. Más allá de algunas búsquedas en internet y preguntar al equipo de Ayuda en Acción precauciones a tener en cuenta, el resto es ir abierta a todo lo que pueda pasar. A despertarse pronto para hacer largos trayectos, a lluvias tropicales en mitad de la nada y a alguna que otra picadura. Pero creedme: merece completamente la pena.
La Cocha y El Carmen de Bolívar: dos paraísos diferentes
Durante la semana que duró este voluntariado estuve conociendo la realidad de dos lugares: La Cocha y El Carmen de Bolívar. Por un lado, una impresionante laguna considerada humedal Ramsar al sur de Colombia donde reina el frío. Por otro, un ambiente mucho más caribeño lleno de ciénagas, bosques y selva. Ambos paraísos completamente diferentes, pero que comparten desafíos como la falta de estructuras que saneasen el agua, la deforestación o modos de cultivos dañinos con los suelos. Pero, junto a ellos, había personas dispuestas a cambiar las cosas.
Desde huertas multicultivo y tratadas con bioinsumos para ser lo más natural posible, pasando por ejemplos de turismo sostenible y de recuerdos de la identidad de las comunidades, a involucrar a infancia y adolescencia para un relevo generacional que ame el medio ambiente y lo proteja. Incluso presencié cómo se resuelve aquello que no pueden cambiar: estando en la vereda de Santa Isabel, la emoción llenó la sala cuando Ayuda en Acción les hacía saber que en poco tiempo recibirían filtros de agua potable en sus casas. Por fin la ayuda llegaba.
Después de una semana, todo parecía un sueño de los que no quieres despertarte. Siento que todo ha pasado tan rápido que aún no he tenido el tiempo para ser consciente de lo vivido. Sin embargo, sí que puedo notar un cambio: ahora tengo un ejemplo de vida.
¿Por qué deberías hacer voluntariado?
Porque te va a cambiar la vida. Un voluntariado internacional te da muchas más oportunidades de las que crees. Por un lado, te ayuda a desarrollarte en el ámbito laboral. Cada programa está adaptado a cada persona, por lo que consigues experiencia en tu campo, un aprendizaje en el extranjero y mantienes contacto con poblaciones locales. Este tipo de oportunidades son únicas y diferenciales para tu futuro. Sin embargo, un voluntariado no es solo un espacio donde dar tu conocimiento, sino que recibes mucho más.
Siendo honesta, durante los preparativos a mi viaje tuve bastante vértigo. Pero a pesar de los miedos iniciales, no tardé en acostumbrarme a mi nueva realidad. Mi acogida tanto por parte del equipo de Ayuda en Acción como por parte de cada una de las comunidades locales de La Cocha y El Carmen del Bolívar fue inmejorable. Te ven y te valoran tal y como eres. Todavía recuerdo la primera vez que me llamaron “licen”. Al principio no era consciente de que se referían a mí. Pero es que, si estás en el otro lado del globo aportando un granito de arena, es porque tanto tu conocimiento como tú misma sois valiosas para la comunidad.
Al poco, pierdes todos esos pequeños miedos que antes podías tener. Encuentras tu lugar donde dicen “qué hace una española en un sitio como este” y empiezas a hacer todo por ti misma. Desarrollas tu astucia sin vergüenza alguna, disfrutas de tu tiempo, de ti y comienzas a recorrer el país sabiendo que eres capaz de resolver cualquier problema que se presente. Y hacerlo sola no significa no hablar con nadie. Conocerás a mucha gente en el camino que, como tú, se atreven y entienden la vida de la misma forma. Ahora bien, no volverás a depender de nadie.
Casi sin que te des cuenta, el cambio ya está en ti. Aprendes a reaprender todo aquello que creías seguro. Te sumerges en una cultura desconocida para ti, en nuevas costumbres y en una nueva cotidianeidad. Ahora “cancelo” la cuenta para pagar en el restaurante de mi “caserita”, compro tarjetas para recargar mi “data” y conectarme desde mi “computadora” y echaré de menos desayunar huevos pericos con un “tinto” (un café, que no vino). No te quedarás con todo, pero sí que te dejará huella.
¿Soy la persona indicada para hacer un voluntariado?
Siempre que estés preparado/a para todo, te comprometas y vayas con la mente en blanco: ¡si!
Los voluntariados se hacen, en muchas ocasiones, en lugares recónditos del mapa y eso tiene sus consecuencias. No vas a tener las comodidades de tu casa, de tu ciudad, ni tan siquiera, de tu país. Colombia no es el lugar más incomunicado en el puedes acabar, pero puedes llegar a estar semanas sin agua ni corriente ni potable y con suerte te duchas a base de baldes. Y a esto le podemos sumar algún que otro corte de luz y una conexión a internet con la que tendrás que cultivar tu paciencia. Así que prepárate para todo lo que venga por delante.
Lo segundo es tener ganas por el voluntariado. Esta oportunidad no son vacaciones, sino que estamos trabajando. Tal vez haya días cortos de pocas actividades, pero otros parecerán interminables. Habrá que despertarse de madrugada y cerrar el día cuando ya haya anochecido y, en esos momentos, solo podrás seguir si realmente crees en el proyecto. Tendrás días libres, no te preocupes, pero cuando estés en zona, debes estar presente.
Por último, debes presentarte como un lienzo en blanco. No solo aprenderás sobre otra cultura, sino sobre otra forma de hacer las cosas y de vivir. En ocasiones no te gustará. Es posible que veas a menores trabajando, a familias comiendo sin ningún tipo saneamiento y olvídate de la seguridad vial en las comunidades más pequeñas. Y es así. Es algo estructural por lo que no podrás hacer más que seguir apostando por la educación para proteger los derechos más básicos.
Y es que el voluntariado es transformador en la sociedad, pero también en las personas. Vives la bondad, los altos y resuelves lo bajos, ganas independencia y te encuentras un poco a ti. Para mí, el voluntariado es una inspiración para ser mejor. Nunca olvidaré cómo las comunidades luchan en su día a día por un futuro digno para sus jóvenes, para demostrarles que “aquí se vive bien, aquí se vive mejor”. Solo espero llegar a replicar un poco de todo lo que ellos me han dado.
(*Artículo escrito por Belén García Gómez)