Ayuda en Acción tiene un fuerte compromiso con la protección de los ecosistemas, en especial de las comunidades donde trabajamos. Y en ese compromiso, las mujeres tienen un papel protagonista. En el caso de Ecuador, las mujeres tienen un papel clave como guardianas y defensoras de manglares. Que estos sigan siendo fuente de vida y generen oportunidades para las familias que dependen de ellos depende, en gran parte, de su grado de empoderamiento.
El proyecto "Mujeres liderando la producción resiliente al cambio climático y la gestión sostenible de los manglares de Bunche y Sálima y de la reserva marino-costera Galera San Francisco", en la provincia de Esmeraldas, responde a este objetivo. Financiado por la Generalitat Valenciana y en colaboración con CEFODI, el proyecto permite fortalecer el tejido comunitario y la conservación ambiental en las zonas indicadas.
Protección y sostenibilidad ambiental como objetivo central
En las comunidades de Bunche y Sálima, y gracias al trabajo de las asociaciones locales entre otros actores, hemos logrado monitorear más de 227 hectáreas de manglar. De esta forma hemos conseguido que se conservaran, haciendo frente a amenazas como la tala y la sobreexplotación. En la reserva marino-costera Galera San Francisco hemos conseguido fortalecer los patrullajes y controles para promover una pesca sostenible, asegurando el equilibrio del ecosistema marino.
Además, diez líderes comunitarios han recibido formación en el uso de drones y Sistemas de Información Geográfica (SIG). Estas herramientas permiten vigilar y proteger el territorio de una forma más eficaz. Con todo, hemos conseguido reforestar cinco hectáreas de manglar y hemos recuperado áreas clave para el repoblamiento de la concha prieta, fundamental para el sustento de muchas familias de la zona.
Equidad de género y fortalecimiento comunitario
En estas comunidades, las mujeres desempeñan un papel fundamental como defensoras del territorio y propulsoras de cambio. Un estudio de brechas de género ha permitido visibilizar su participación en la cadena de valor de la pesca artesanal. Así hemos abierto espacios para una mayor equidad en las decisiones organizativas, comunitarias y familiares.
Como parte de esta transformación, 90 mujeres y 20 funcionarios/as públicos han recibido formación sobre herramientas que permitan identificar y reducir las desigualdades de género. Además, a través de talleres, hemos abordado temas sobre nuevas masculinidades, igualdad de oportunidades y erradicación de la violencia de género.
Producción sostenible: un camino hacia nuevas oportunidades
Mediante un censo pesquero, tanto personal técnico como líderes locales han trabajado en la evaluación del estado de las especies marinas, así como en la promoción de su conservación. Esta información es crucial para el futuro de quienes dependen del mar. Ejemplo de ello son los 90 pescadores que hemos capacitado a través del proyecto en prácticas responsables, aprendiendo a gestionar los recursos de manera sostenible y garantizando la continuidad de su oficio.
Se ha considerado también prioritario diversificar las fuentes de ingresos de las familias que dependen del manglar. Por eso, hemos impulsado el cultivo del pez chame construyendo estanques y entregando más de 16 200 alevines. De esta forma se reduje la presión sobre el ecosistema marino, asegurando que las familias pesqueras puedan prosperar sin que el equilibrio ambiental resulte afectado.
Comercio justo y mejora de las condiciones productivas
El esfuerzo conjunto de las comunidades pesqueras por conservar los manglares está permitiendo avanzar hacia un modelo más sostenible y eficiente. Se ha invertido en modernizar dos centros de acopio de mariscos, lo que está permitiendo tener a los pescadores espacios adecuados para almacenar y procesar sus productos, mejorando así tanto la calidad de los mismos como su comercialización local y nacional.
Además de todo ello, un total de 60 miembros de asociaciones pesqueras han recibido formación en buenas prácticas de manufactura. Esto les ha permitido mejorar la higiene y manipulación de alimentos, asegurando productos más seguros y competitivos. La incorporación de tecnología blockchain y códigos QR a los trabajos diarios de estas personas ha sido otro gran avance para su comercialización. De esta forma se asegura conocer la trazabilidad de los productos pesqueros y se garantiza su origen sostenible. Este componente de innovación permite abrir nuevas puertas al comercio justo y responsable, demostrando que la tecnología puede ser una aliada en la protección de los recursos marinos.
Un futuro sostenible gracias al trabajo en equipo
Estos avances han sido posibles gracias a la colaboración constante de diversas instituciones públicas y privadas. El trabajo coordinado ha permitido que podamos generar cambios significativos en la vida de cientos de personas en la costa de Esmeraldas. Sobre todo, en la vida de las mujeres defensoras de manglares.
Ayuda en Acción y la Generalitat Valenciana reafirman, a través de este proyecto, su compromiso con la construcción de oportunidades justas y sostenibles a través de proyectos que protejan el medio ambiente y beneficien las personas.