Acaba de salir el sol y la cola para recoger agua ya es larga. Muchos niños y niñas nada más levantarse, aún de madrugada, salen de casa para ponerse en la cola de la única fuente de agua limpia disponible en muchos kilómetros. Este relato es muy común en las aldeas de Adjumani (Uganda), donde la lluvia es tremendamente estacional y la disponibilidad de agua muy limitada.
Las familias de Adjumani dependen de la ayuda de los más pequeños de la casa para hacer este tipo de recados. Mientras las madres se encargan de preparar el desayuno y los padres salen al campo, los niños y niñas recogen agua para asearse antes de ir al colegio, para cocinar y beber a lo largo del día.
Casi siempre esta tarea suele recaer en las niñas. Dependiendo de la disponibilidad de agua y de la distancia donde se encuentre la fuente, la tarea les puede llevar varias horas. Por lo general, hacer este tipo de recado implica tanto tiempo que no es raro que lleguen tarde a clase. Esto les perjudica porque se quedan descolgadas de los contenidos y acaban por sacar malas notas. Y cuando se convierte en una falta recurrente, normalmente acaban por abandonar los estudios.
Las niñas además tienen que cargar con bidones de varios litros, que les implica un gran esfuerzo físico. Esta circunstancia también las condiciona en su rendimiento escolar porque muchas de ellas llegan cansadas a clase. Esto les provoca un déficit de atención y les requiere mucho mayor esfuerzo para alcanzar a los niños que no tienen que hacer este tipo de tareas, o que hacerlas no les supone tanto esfuerzo.
En ocasiones más extremas, las familias además ven en estas largas colas una oportunidad de ingresos adicionales. En períodos particularmente secos es común vender el agua a las personas que no han podido hacer la cola o disponen de dinero para pagarla en lugar de ir al pozo. También es habitual ceder su lugar en la fila a quienes den una pequeña propina.
Gracias al apoyo de las personas que colaboran con Ayuda en Acción a través del apadrinamiento, podemos construir pozos de agua en las aldeas donde estamos. La construcción de un pozo es una de las primeras medidas que adoptamos, si el contexto lo requiere, porque el beneficio para la comunidad es inmediato. En primer lugar se garantiza un suministro de agua limpia y segura para el consumo humano, lo que evita muchas enfermedades gástricas como la diarrea, que puede llegar a ser mortal para la infancia.
En paralelo animamos a las comunidades a crear Comités de Agua, que no son más que equipos de personas que gestionan el abastecimiento y garantizan el mantenimiento de la fuente. Por lo general se da la oportunidad a que las mujeres de la comunidad integren los comités y gestionen los pozos, como forma de integrarse desde el principio en los cambios que se realicen en la comunidad gracias al apoyo de Ayuda en Acción.
Con una fuente cercana disminuyen las probabilidades de enfermar por consumir agua inadecuada para el consumo. También amplía las posibilidades de que niños, y sobre todo niñas, puedan llegar puntuales a clase, en mejores condiciones de cansancio físico y con una mejor disponibilidad para aprender.