Juan José, un chico de 13 años, se niega a quitarse su atuendo. Frente a las cámaras, se sumerge en su papel y se transforma en el búho sabio de la obra El bosque de las emociones. Cuando se le pregunta qué ha aprendido de su personaje, responde con seguridad: "He aprendido a controlar el enojo".
Este chico es uno de los 32 jóvenes que participan en el espacio habilitado por el Instituto de Promoción Humana (Inprhu) de Managua en el concurrido mercado Roberto Huembes. Este instituto, uno de nuestros socios estratégicos en Nicaragua, ha creado este espacio para brindar clases de teatro a niños y adolescentes.
Del enojo a la empatía
Los jóvenes están divididos en dos grupos y, durante los últimos cuatro meses, han estado recibiendo clases de teatro. A través de la obra El bosque de las emociones, exploran historias que les permiten enfrentar y comprender sus propias emociones. Juan José, quien asiste con su hermano menor mientras su mamá trabaja en el mercado, comparte cómo en la obra conversa con un personaje llamado Emma y juntos exploran diversas emociones con el objetivo de aceptarlas. “En la obra yo charlo con Emma, mencionamos todas las emociones y lo que tratamos de hacer es aceptarlas”, cuenta Juan José.
Para Juan José, la experiencia ha sido reveladora. Antes, él solía sentirse enojado rápidamente por cualquier motivo. Sin embargo, ahora ha aprendido a manejar esa emoción. Disfruta estar en un círculo en el que comparte con otros niños, aunque algunos sean de diferentes edades. “Yo antes por cualquier cosa me sentía enojado rápido, ahora ya no tanto. Me gusta el círculo en que estoy compartiendo con niños, aunque algunos no son de mi edad”, dice Juan José. A través del teatro, ha logrado desarrollar habilidades para comprender y expresar sus emociones de manera más asertiva.
Un espacio seguro para la expresión
Morena Romagoza, actriz e instructora de teatro que lidera el proyecto, resalta cómo la obra ha permitido a estos jóvenes enfrentar inseguridades y aprender a expresar lo que sienten. Para muchos de ellos, el espacio de teatro se ha convertido en un refugio seguro para expresar sus emociones, especialmente en casos donde en sus hogares enfrentan violencia o problemas relacionados con el alcoholismo.
“Muchos han sentido que aquí es una especie de búnker seguro para expresar sus emociones porque en sus casas viven violencia o sus padres tienen problemas de alcoholismo. En una parte de la obra la niña acude a su papá para pedir ayuda y el papá la rechaza porque está tomando. Cuando practicaron eso salieron muchos diciendo: ‘Así es mi papá, así es mi tío, así es mi hermano’”, dice Romagoza.
La obra toca temas sensibles, como la relación de una niña con su padre alcohólico que la rechaza cuando busca ayuda. Estas situaciones reflejan realidades que los jóvenes reconocen en sus propias vidas. La obra, en este sentido, les proporciona una plataforma para expresar lo que sienten y confrontar las dificultades que enfrentan en sus hogares y comunidades.
“Hay días en los que vienen felices, otros días vienen tristes, cansados o decepcionados por cosas que pasan en su escuela o en sus casas. Acá encuentran un sitio saludable, cómodo y seguro para expresar esa emoción, hasta el punto de reconocerla. Saben que la pueden expresar y pueden también llorar”, agrega Romagoza.
Impacto en la comunidad: más allá del escenario
Después de meses de práctica y una presentación pública en el mercado, se han identificado cambios significativos en la actitud y la expresión de los niños y adolescentes. Mediante los ejercicios diarios, han explorado una variedad de emociones. El teatro ha brindado un espacio seguro donde pueden sentirse cómodos al expresar sus emociones, incluso llegando a llorar cuando lo necesitan.
Celina Obando, coordinadora del proyecto ejecutado por Inprhu con financiamiento de Ayuda en Acción, destaca que el teatro no solo permite a los jóvenes expresarse, sino que también desafía el estigma que rodea a los niños y niñas que trabajan en el mercado. El teatro brinda una oportunidad para romper el ciclo de violencia y ofrecer a estos jóvenes la posibilidad de explorar sus habilidades y capacidades.
“El mercado es un ambiente que los rebasa. Los niños y las niñas que trabajan en el mercado están estigmatizados y tienen historias repetitivas, ya sea de violencia de género o porque continúan el patrón de vida de sus familias. Para el Inprhu acompañar a los niños es darles oportunidades, es enseñarles a que puedan expresarse, reconocer que tienen diferentes habilidades y capacidades”, dice Celina.
El Papel de las Emociones
La obra "El bosque de las emociones" presenta seis personajes, cada uno representando una emoción distinta. Desde Emma y el búho sabio hasta el árbol amigo, la ramita enojada, la hoja tímida y la flor feliz, estos personajes permiten a los jóvenes explorar una gama completa de sentimientos. Juan José, con entusiasmo, enumera emociones que conoce y destaca cómo ahora sabe gestionarlas:
—¿Y cuáles son las emociones que conoces?, le preguntamos.
—Enojo, timidez, calma, alegría, paciencia, enumera él.
—¿Y de todas esas cuál es la que te viene más a vos?
—¡La alegría!
Cambiar vidas a través del teatro
La historia de Juan José y sus compañeros en el mercado Roberto Huembes resalta el poder transformador del arte y el teatro. A través de la El bosque de las emociones y las experiencias compartidas, estos jóvenes están aprendiendo a manejar sus emociones, a comunicarse de manera efectiva y a enfrentar los desafíos de sus vidas de una manera más positiva y constructiva. El teatro se ha convertido en un faro de esperanza y un catalizador de cambio en un ambiente que a menudo está marcado por dificultades y adversidades.
(**Artículo escrito por Carla Matilde Córdoba Ayuda en Acción Nicaragua y editado por equipo Ayuda en Acción en sede)