Recuerdo perfectamente cómo, mientras aún procesaba emociones en el aeropuerto de Lisboa tras mi voluntariado con Ayuda en Acción en Mozambique, escuché en las noticias portuguesas los terribles efectos que estaba ocasionando la dana en Valencia. Con más de 10 horas de vuelo en el cuerpo y a punto de tomar mi último avión con destino final Sevilla, desactivé el modo avión para confirmar lo que había escuchado: todo era real.
Siempre he tenido conciencia del cambio climático. De hecho, la sostenibilidad fue lo que me acercó al trabajo de esta ONG internacional. Pero lo que no imaginaba al volver era lo presente y cercana que sentiría la vulnerabilidad ante los desastres naturales.
El proyecto en el que participé durante mi voluntariado en la provincia de Cabo Delgado está profundamente relacionado con la emergencia climática. ¿O acaso hay algo que no lo esté hoy en día? Al regresar, todo resonaba de manera distinta, y por eso he sentido la necesidad de contar mi experiencia desde una mirada que recuerde la importancia de cuidar nuestro planeta y, sobre todo, de proteger la vida de quienes lo habitamos.
Proyecto CASSA: seguridad alimentaria y acceso a agua potable
En el distrito de Ancuabe, donde recorrimos algunas aldeas montados en un 4x4 esquivando baches y mareos, se desarrolla el proyecto CASSA, financiado por la Agencia Andaluza de de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AACID). Es una zona especialmente vulnerable, con sequías e inundaciones cada vez más frecuentes y devastadoras. A esto se suma la violencia armada que ha afectado al norte de Mozambique desde 2017, generando migraciones forzadas y complicando el sustento económico de familias que dependen principalmente de la agricultura y pesca.
Estas crisis no solo afectan la seguridad alimentaria, sino también a algo tan básico como el acceso al agua potable. Este derecho fundamental es el eje principal del proyecto, que ha permitido la construcción de 10 nuevos pozos y la rehabilitación de otros cinco. Además, se han construido letrinas en escuelas y se han formado Comités de agua y saneamiento que no solo gestionan estas infraestructuras, sino que también promueven prácticas de higiene y prevención de enfermedades relacionadas con el agua.
Igualdad y justicia climática
¡Salama! Durante las reuniones con los comités, aprendí que un sencillo saludo en su lengua materna puede romper el hielo y abrir las puertas al diálogo comunitario. Aunque el idioma oficial de Mozambique es el portugués, cada provincia tiene su lengua. En Cabo Delgado se habla macua, la única hablada por algunas personas en comunidades rurales pero por suerte, gracias a los socios locales de Ayuda en Acción, nos pudimos entender y todas las voces fueron escuchadas.
Sin embargo, el papel de las mujeres en la toma de decisiones sigue siendo limitado. Desde una mirada ecofeminista, es evidente que no habrá una justicia climática real sin antes lograr la igualdad. En estas aldeas son las mujeres y niñas quienes recorren largas distancias para recolectar agua, sostienen la seguridad alimentaria de sus familias y se ven más afectadas por la falta de recursos. Solo cuando las mujeres participen plenamente en los espacios de decisión podremos avanzar hacia soluciones verdaderamente inclusivas y sostenibles.
En este contexto, la lucha contra los casamientos prematuros se vuelve crucial. Esta forma de violencia es cada vez más criticada por los líderes de las comunidades, que apoyan la educación de estas niñas y las protegen desde la escuela. Aparte de la sensibilización, el proyecto aborda este problema proporcionando atención médica, servicios de salud sexual y reproductiva, y ampliando centros de salud. Además, las brigadas móviles llevan estos servicios esenciales a comunidades como la de Muaja, donde el centro de salud más cercano está a 11 km, garantizando que ninguna mujer o niña quede atrás.
Participación con líderes locales
En mi último día en Ancuabe, participé en un encuentro con los líderes de las comunidades donde se desarrolla el proyecto. Un cierre que recuerdo inspirador ya que uno de ellos, nos enseñó el significado de "Wiwanana", una palabra en macua que significa algo así como “caminamos juntos". Entre palmas y coros del resto de líderes, nos cantó una canción que refleja cómo se ayudan y trabajan mutuamente desde el entendimiento para superar los desafíos.
Aunque sus realidades parecen tan diferentes a las nuestras, este concepto resuena universalmente. Nos enfrentamos a problemas globales que nos afectan a todos y debemos estar unidos.
Gracias a Ayuda en Acción he vivido mi primer voluntariado internacional en Mozambique, una experiencia que no solo me ha conectado con las vulnerabilidades presentes, sino que también ha reforzado mis ganas de seguir tejiendo redes entre continentes. Y al mismo tiempo, ha reforzado mi idea de que no hace falta coger un avión para ser voluntaria. El cambio puede empezar desde nuestra ciudad, incluso desde nuestras pantallas. Una firma, un voto o una acción pequeña puede sembrar la semilla de un cambio mucho más grande.
En este Día Internacional del Voluntariado, te invito a ser parte de esta aventura ¿Te unes?
(*Artículo escrito por Taimyr Falle Ballota)