En zonas de alta movilidad, millones de personas permanecen en sus comunidades. No lo hacen por decisión propia, sino porque no tienen los medios ni las condiciones para migrar. Así lo revela un nuevo estudio internacional sobre arraigo impulsado por Ayuda en Acción en colaboración con la Universidad del Pacífico (Perú) y del Centro Internacional de Investigaciones para el Desarrollo (IDRC) de Canadá. Además, cuenta con apoyo de entidades académicas de África y América Latina. La investigación, realizada en cinco zonas de alta movilidad de Mali, Etiopía, México, Ecuador y Colombia, llama a repensar urgentemente las políticas migratorias y de desarrollo.
El estudio, titulado "Inmovilidad en contextos frágiles: entre la dignidad, el arraigo y la migración. Un estudio comparativo en América Latina y África", profundiza en los factores que frenan la movilidad humana: pobreza estructural, responsabilidades familiares, etapas de la vida, falta de documentación y experiencias traumáticas previas.Aunque el deseo de migrar existe, estas condiciones lo impiden en buena parte de la población. En los países de América Latina, el segmento que aspira a migrar, pero aún no ha podido hacerlo, está en torno a la mitad. En Colombia se sitúa en el 45%, en México el 44% y en Ecuador el 43%.
Mientras que en Mali y en Etiopía, la situación es más complicada: solo el 16% y el 13%, respectivamente, corresponde al segmento que aspira a migrar. Sin embargo, más del 70% de los encuestados en ambos casos ni siquiera se plantea la migración como una opción viable por la falta de oportunidades. “Solemos pensar que las personas migran porque escapa de la pobreza y las guerras, y que muchas de ellas se enfrentan a los riesgos de la migración como única salida. Pero existe una situación aún más dramática: la de quienes realmente no tienen una opción diferente a quedarse y sobrevivir”, señala Pablo Uribe, responsable de Migraciones de Ayuda en Acción.
Esto último le sucede a Rahment, una de las entrevistadas en el estudio de Afar (Etiopía). Le gustaría migrar para ayudar a sus hijos a tener una vida mejor, pero no tiene oportunidad porque su familia no tiene recursos. Los ahorros que tenía los destinó a traer de vuelta a sus hijos, que intentaron migrar, pero fueron detenidos. Para ella (y para sus hijos ahora) la migración es un plan vital que no puede realizarse.
Cuatro grandes barreras a la capacidad de migrar
El estudio sobre arraigo muestra en los cinco países que existen una serie de barreras comunes que limitan la capacidad de las personas de elegir entre migrar o permanecer en sus comunidades.
La investigación identifica cuatro grandes barreras que impiden que la decisión de migrar o quedarse sea realmente libre:
- 1. Falta de recursos: ausencia de dinero, documentación legal o redes de apoyo.
- 2. Responsabilidades de cuidado: mujeres que se quedan para cuidar niños, personas mayores o dependientes.
- 3. Etapa vital y arraigo: personas mayores o muy jóvenes que no pueden o no desean migrar por su situación vital.
- 4. Experiencias traumáticas: estafas, violencia o deportaciones anteriores que disuaden de nuevos intentos.
Urgen políticas de arraigo para fomentar la capacidad de elegir
El estudio urge a repensar las políticas migratorias para fomentar el arraigo y desarrollar políticas que permitan la capacidad de elegir de cada persona. “El arraigo no debe ser entendido como una herramienta para evitar la migración, sino como una forma de fortalecer las capacidades de las personas para decidir si quedarse en su comunidad con condiciones dignas o si migrar en las mismas condiciones”, incide Uribe.
En esta línea, el informe propone varias líneas de trabajo:
- • Invertir en oportunidades de desarrollo local para quienes desean quedarse.
- • Garantizar vías legales y seguras para quienes desean migrar.
- • Fortalecer servicios básicos, redes de apoyo y protección en zonas de alta movilidad.
- • Incorporar la perspectiva de derechos humanos en todas las políticas migratorias.
Estas políticas pueden generar oportunidades como fue el caso de Martha, otra de las entrevistadas en el estudio que migró internamente en Colombia para residir en Cali, no por necesidad, sino por una decisión deliberada basada en un propósito. Aunque tiene una amiga en Chile que le anima a migrar, Martha conoce los riesgos de la migración y prefiere invertir su tiempo y ahorros en la comunidad. Dirige un pequeño negocio de zapatos y un taller de costura, y sueña con ampliarlo para dar empleo a otras personas.
“El desarrollo y la mejora de condiciones locales no siempre reducen la migración, sino que pueden aumentarla al ampliar las oportunidades y aspiraciones de la persona. Este es la clave para el desarrollo de políticas migratorias que garanticen la libertad de las personas, la dignidad y el respeto de los derechos humanos: conseguir que migrar o permanecer nunca sea una obligación, sino una decisión libre”, concluye Uribe.