Después de algunos meses y bajo las medidas sanitarias aplicadas por la pandemia de la COVID-19, el juego en las comunidades parece que nunca se detuvo, a pesar de que el derecho al juego por momentos no lo pudieron disfrutar como siempre los niños y niñas con quienes trabajamos. Ahora se juntan nuevamente para desarrollar su estado físico, mental y social, realizando actividades recreativas. ¡La convivencia y la alegría vuelven a estar presentes en los centros educativos y en las comunidades!
Cada niño o niña tiene derecho a jugar, a divertirse como más le guste, porque el derecho al juego significa libertad y habilidad para explorar su entorno y sus estímulos. Es el caso de Roberto y Luis Ángel, quienes nos hablan acerca de lo importante que es el juego en sus vidas.
Jugar y hacer ejercicio
Roberto es un niño de diez años que vive en la comunidad de San Miguel Tecuanipa en la Sierra Nevada de Puebla. Se siente muy feliz porque conoce muchos juegos y lo mejor, ¡por poder jugarlos! Le gusta correr, jugar con autitos y a las atrapadas (el escondite) con sus amigos. También disfruta montando a caballo. Así se distrae y se ocupa en casa. Esta es su historia:
Mi deporte favorito es andar en bici porque voy por todas las calles del pueblo pedaleando junto a mis amigos. Desde muy pequeño me gusta porque mi familia me regaló una. Para aprender necesité la ayuda de mi hermano y mi abuelito, ellos me enseñaron a no caerme y conocer a mi comunidad en bicicleta. También cuando juego al fútbol nos reunimos en mi casa e invito a mi familia, amigos y vecinos. Nos divertimos entre todos y reímos mientras jugamos.
Para mí, como niño, el juego es muy importante porque me hace feliz y me divierto, convivo con mis amigos y busco la manera de no aburrirme en casa mientras mis papás trabajan.
Todos los días voy en bicicleta, por eso quiero invitar a los demás niños y niñas a que se diviertan andando en bici con sus amigos. Es muy bonito, pedaleamos para avanzar más rápido y lo mejor es que, además, hacemos ejercicio y cuidamos el medio ambiente”.
Luis Ángel: “el juego me une a mis amigos”
De la misma comunidad es Luis Ángel, de 10 años y al que también le gusta ir en bici: “me gusta el lugar donde vivo porque no hay mucha contaminación ni ruido de automóviles, no es como la ciudad”, dice contento.
Luis Ángel participa en las actividades que desarrolla Ayuda en Acción con la infancia de su comunidad. Por eso, en los últimos tiempos se ha producido un cambio que él mismo reconoce:
Cuando salgo a jugar a la calle hago más amigos y he aprendido a convivir con más gente. Antes no hablaba mucho, pero ahora que nos reunimos me llevo mejor con más niños, me siento diferente. Jugamos a las atrapadas, corremos y andamos en bicicleta.
La madre de este niño, que la mayor parte del tiempo pone en práctica su derecho al juego a través del fútbol nos contaba cómo había vivido su hijo el tiempo de confinamiento: “él salía a jugar en el patio para que olvidara lo que estaba pasando, guardando además todas las medidas de seguridad”.
“Jugar es parte de aprender”, así describe Luis Ángel su derecho al juego que reconocemos en las sesiones de vínculo solidario que ponemos en marcha en su comunidad:
Siento que conocer algo nuevo es muy divertido y si mis amigos también van a las sesiones es mejor, aprendemos cosas nuevas en matemáticas, español, a nombrar mis emociones y a trabajar con mis padres.