El acuerdo de paz en Colombia cumplió en septiembre de 2017 su primer año. Doce meses en los que se han vivido momentos tan convulsos como la victoria del no –por un margen del 0.43%– en un plebiscito en el que votó solo el 37% de la sociedad colombiana, y otros tan emblemáticos como el desarme de las FARC.
Tan opuestos como estos dos momentos históricos son las visiones y opiniones que tiene la sociedad colombiana respecto al acuerdo de paz, a su planteamiento e implementación. Ejemplo de ello son los habitantes del municipio de María La Baja, en la región de los Montes de María. Esta zona del interior del Caribe colombiano padeció durante años la crueldad del conflicto armado; sufrió medio centenar de masacres, casi 4.000 personas fueron asesinadas y hubo más de 200.000 desplazados. Fruto de ese desplazamiento, muchas personas perdieron sus tierras y llevan años luchando para recuperarlas.
Es el caso de Wilmer Vanegas o Jairo Barreto, ambos son líderes comunitarios de María La Baja y reivindican, aunque con matices, el cumplimiento íntegro del punto primero del acuerdo de paz, que recoge el derecho de los campesinos a poseer sus tierras, tener cómo producirlas y poder opinar sobre la planeación de los territorios en los que viven. Lamentablemente, ambos –por dicha reivindicación– han sido víctimas de amenazas y persecución; no en vano, desde 2016 a septiembre de 2017, 389 líderes comunitarios habían sido atacados en Colombia.
Ayuda en Acción, junto con la Corporación Desarrollo Solidario (CDS), apoya la labor de los campesinos de Montes de María que como Wilmer y Jairo, quieren recuperar sus tierras y defender sus derechos. Nuestro trabajo se centra en la construcción e implementación de una propuesta alternativa de desarrollo rural y agrario, basada en la economía campesina, el fortalecimiento de la sociedad civil y el diálogo con todos los actores y las autoridades locales.
Una parte muy importante del trabajo que realizamos en este territorio pasa por el fortalecimiento de las capacidades de comunicación. La razón es que estas comunidades, en no pocas ocasiones, han vivido no solo el olvido institucional sino también el desconocimiento por parte de la sociedad colombiana que vive en la zona urbana. Contar lo que les sucede, las problemáticas de su región y cómo han sufrido el conflicto convierte a la comunicación en una “herramienta para hacer paz”.
En lo que no hay división de opiniones entre los habitantes de María La Baja es en la necesidad de aprovechar el acuerdo de paz y la oportunidad que representa para acabar definitivamente con el conflicto armado. “La idea es que se repita en Montes de María la vida que había hace 20 años, que era una vida libre de violencia”, concluye rotundo Pedro de la Rosa, miembro de las Organizaciones de Población Desplazada de Montes de María (OPDS), con la que también colabora Ayuda en Acción.