"Mujeres en Acción" es un proyecto solidario de costura que promueve el empoderamiento y la salud mental de las mujeres en Portugal. Las ganas de sentirse útiles, la necesidad de superarse y ser autónomas ha hecho de la costura una forma de tejer relaciones que ayudan a mujeres en riesgo de exclusión. Hoy os contamos cómo trabajamos desde Ayuda en Acción beneficiando la integración socioeconómica de las mujeres en Portugal.
Mujeres en Acción por el empoderamiento y la salud
Lentamente, la puerta de la Associação Jovem Despertar, en Camarate, se abre y se cierra. Son las 9:30 de un martes, pero este gesto se repite dos veces por semana. Llegan la Sra. Maria da Conceição, la Sra. Feliciana y la Sra. Tereza, ya entusiasmadas por la conversación. Pronto, el grupo se completa y ocupa sus puestos cerca de las máquinas de coser. En total, son ocho (más una señora que repite curso) estas "Mujeres en Acción", las participantes de la segunda edición del curso de costura derivado de un proyecto solidario con el mismo nombre.
Mientras preparan las máquinas y las telas para empezar, de la mano de las profesoras Cidália Maia y Vanessa Maia, que se alternan, el ambiente eufórico se calma para dar paso a la concentración y el aprendizaje.
"En Ayuda en Acción defendemos los derechos de las mujeres a través de proyectos que contribuyan a darles voz, para que ninguna mujer sea invisible", comienza explicando Mario Baudouin, director de programas de Ayuda en Acción en Portugal. El proyecto de costura se desarrolla desde 2019 y tiene como objetivo empoderar a las mujeres que viven en situación de vulnerabilidad social y dotarlas de las herramientas necesarias para que se conviertan en protagonistas de su propio futuro. En total, el proyecto Mujeres en Acción ya ha ayudado a 40 mujeres de diferentes etnias y culturas.
Hilos que tejen desarrollo personal
Además de formación en costura, el proyecto también ofrece herramientas de desarrollo personal y formación en alfabetización digital, habilidades con las que se pretende empoderar a estas mujeres y animarlas a emprender sus posibles negocios.
"Lo primero es aprender a coser a máquina y dominar la máquina de coser. Saber enhebrar, saber elegir las puntadas, saber ampliar, reducir... Por lo tanto, saber utilizar la máquina de coser de forma correcta", explica Cidália, la profesora responsable. "Lo que hacemos es empezar con piezas de principiante, con cosas más básicas y, poco a poco, vamos aumentando el grado de dificultad".
En cuanto a las participantes, conocen el proyecto por el "boca a boca", ya sea a través del cura del barrio, del colegio al que van sus hijos o de colegas que ya lo conocen, como explica Tereza Tavares: "cuando era más joven aprendí un poco de costura, pero cuando llegué a Portugal lo dejé. Cuando empezó la COVID-19 yo ya estaba jubilada, empecé a hacer ganchillo y una compañera me dijo que había un sitio para hacer costura y que ella podía traerme". Feliciana Almeida, la compañera mencionada, llegó al proyecto con la idea de "practicar y hacer lo que surgiera, lo que la gente me pidiera para ganar algo de dinero". Con el paso de los días, "traje a dos compañeras, conseguí convencerlas cuando les dije que estaba en un curso de costura. Me dijeron que les avisara si había plaza y vinimos todas".
Isabel y Maria José, dos historias de superación personal
Además de las herramientas mencionadas, algunos participantes consideran que este curso tiene otros valores añadidos. Isabel Pestana, viuda y responsable de un hijo con esclerosis múltiple, atribuye al proyecto otro valor importante: el de la salud mental.
"Antes vivía muy encerrada en casa", explica, "siempre me gustó coser, pero nunca tuve la oportunidad de aprender. Estar aquí es bueno para mi cabeza, me mantiene ocupada y es bueno socializar con estas señoras. Me siento muy bien. No creía que fuera a conseguirlo, pero ya he vendido algunas piezas y es una buena ayuda económica. Quiero seguir aprendiendo, ¡ahora nadie me detiene!"
Para Maria José Conceição, el aprendizaje se hace poco a poco y con algunas restricciones, debido a algunos problemas de salud: "llegué aquí enferma, no veo bien y tengo problemas en los huesos. Así que, como no puedo trabajar, me apunté para aprender a coser". Poco a poco está consiguiendo aprender, ya ha confeccionado una falda y también está aprendiendo a hacer un bolso y un kimono. "Estoy muy contenta, porque siempre me ha gustado aprender a coser, pero no he tenido la oportunidad. Estos proyectos ayudan mucho. Los que necesitan medicinas y pueden hacer una prenda, pueden venderla y pueden comprar medicinas, pagar la luz y la casa".
Nuevas oportunidades de futuro
En cuanto a sus objetivos tras completar el curso, son prácticamente unánimes. "Hoy es bueno aprender varias cosas, varias profesiones. Voy a hacer publicidad con mis amigos y mi familia", dice Maria Amélia, y añade que "mi hija va a hacer publicidad en una red social para conseguir clientes, y yo también quiero seguir haciendo ropa para mí y para mis hijos, como ya he conseguido hacer".
Maria da Conceição coincide y dice que "la jubilación le deja muy pocos ingresos" y Feliciana Lourenço explica que "si alguien me pide que le haga un dobladillo o una sábana, puedo ganar algo de dinero". Casi todas han tenido ya encargos, como es el caso de Maria Pinheiro: "por ahora, estoy intentando hacer más piezas, para guardarlas para el verano, y hacer más publicidad para la venta. También he hecho algunas opciones de sábanas, con efectos de telas africanas, y ya he hecho algunos pedidos".
Ricardina Cuthbert hace el curso por segunda vez y, cuando empezó, "no sabía ni enhebrar una aguja en la máquina". Hoy, ya puede hacer "un poco de todo, ya sean pantalones, shorts, fundas de almohada... Todavía no al 100%, porque requiere práctica, pero ya puedo vender algunas cosas", dice. En cuanto al proyecto en sí, Ricardina no duda de que "es un proyecto bueno y bonito, y debería ser un proyecto para toda la vida, creo que la gente lo necesita. Después de vivir este momento de estar unas con otras, que es importante, conseguimos compartir y no renunciar a poder aprender".
Impulsando el desarrollo integral
Algunas de las dificultades identificadas por la profesora son la falta de máquinas en casa, ya que ir a clases para aprender y no poder practicar en casa ralentiza el proceso de aprendizaje. Otro impedimento es la falta de telas donadas, lo que a veces les obliga a aprender en telas más complicadas de manejar al principio, como la seda. En cuanto a la primera dificultad, ya ha sido superada: al final del curso, en diciembre pasado, todas las participantes recibieron una máquina de coser ofrecida por Ajuda em Ação para que puedan practicar e invertir en sus pequeños negocios.