La Corte Interamericana de Derechos Humanos detectó que las mujeres indígenas en América enfrentan obstáculos añadidos al hecho de ser mujer. Las mujeres indígenas mexicanas cuentan con escasas oportunidades para acceder al mercado laboral, servicios de salud y sociales. Además, cuentan con más dificultades geográficas, una economía más precaria, mayores niveles de analfabetismo, escasa participación política y marginación social.
Las mujeres indígenas mexicanas que, además, viven en entornos rurales, sufren con mayor intensidad la desigualdad, una situación que se acentúa en la región sureste. A la falta de oportunidades por su origen social y étnico se suma la problemática de género, que también incluye vivir situaciones de violencia cotidiana. Según cifras de Pro-Mujer, el 69,1% de estas mujeres se encuentra en situación de pobreza.
En 2018 Chiapas fue uno de los estados de México con más mujeres en situación de pobreza (76,8%). Este año la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos determinó que la probabilidad de que una mujer indígena rural sea contratada se reduce hasta un 35% con respecto a otras mujeres.
Chiapas ocupó el tercer lugar del país en cuestión de desigualdad y es el segundo en cantidad de hablantes indígenas. Por eso, su educación suele ser bilingüe. Este Estado mexicano cuenta con un 13,7% de población analfabeta y la brecha educativa por razones de género impacta fuertemente en municipios indígenas. Respecto a la empleabilidad, la tasa de participación económica de la población de 12 años y más es de 61,2% (78,8% hombres y 44,8% mujeres), donde ha habido un alza en la participación económica de la mujer con desigualdad salarial.
Feminización de la pobreza y mujeres indígenas mexicanas de Chiapas
Para mitigar la feminización de la pobreza promovemos el empoderamiento social y económico de mujeres en condiciones de vulnerabilidad en Chiapas, Oaxaca y Puebla. Nuestro modelo de intervención integral reconoce la importancia de desarrollar sus capacidades productivas, así como la generación de condiciones para su desarrollo comunitario y de participación en el mercado laboral, dentro y fuera de sus localidades.
Bajo esta perspectiva buscamos el fortalecimiento, la escalabilidad y replicabilidad en al menos 12 proyectos productivos para el desarrollo rural liderados por mujeres. Además, no dejamos de lado la formación sobre derechos: hemos conseguido que más de 3000 personas hayan recibido formación sobre derechos humanos o laborales, así como sensibilización en género y nuevas masculinidades.
Brecha de género e indigenismo en Chiapas
Ayuda en Acción de México está presente en comunidades indígenas de Chiapas desde 2015 y desde entonces ha constatado a nivel comunitario las brechas de género:
- las mujeres tienen menos oportunidades de asistir a la escuela, especialmente a partir de la educación secundaria.
- las tareas de cuidados y trabajo doméstico no remunerado representan una doble y hasta triple jornada laboral para ellas.
- por cuestiones religiosas y culturales, pocas mujeres trabajan en el espacio público ni tampoco pueden heredar tierras. Esto las deja sin acceso al patrimonio material y bajo las decisiones económicas de los hombres.
- no tienen permitido participar en los espacios públicos.
- Empoderamiento deficiente: son muy pocos los proyectos dirigidos y coordinados por mujeres.
A lo largo de estos años hemos beneficiado a 1767 niñas, niños, jóvenes y mujeres indígenas tseltales de los municipios de Chilón y Ocosingo con una educación de calidad e incluyente. Abarcamos educación secundaria y media-superior con pertinencia cultural, trabajamos con ellas en el desarrollo de habilidades digitales y la profesionalización de personal docente. Además, les acompañamos más allá de los ciclos formativos desarrollando conjuntamente modelos y planes de negocio y fomentando el intercambio de experiencias entre mujeres tzeltales. Cada vez son más las mujeres indígenas mexicanas de esta zona del país que pueden decir que participan en proyectos de desarrollo técnico, administrativo y de comercialización o en la incubación de emprendimientos, muchos de ellos en forma de cooperativas.
Testimonios de mujeres indígenas mexicanas
Flora, socia de la tienda de abarrotes
Flora es una de las mujeres que son parte de nuestros proyectos de emprendimiento, que llevamos a cabo con nuestro socio local: el Patronato Pro Educación Guaquitepec. Es socia de una tienda de abarrotes, emprendimiento que impulsamos y donde ha encontrado mucho más que la mera generación de ingresos económicos.
Gracias a la pertenencia a este grupo ganó confianza a la hora de expresar sus ideas y opiniones. Hoy es capaz de relacionarse de una forma diferente con sus compañeras y con otras personas de su comunidad.
“En mi comunidad, cuando entiendo de lo que se está hablando en una reunión, participo y doy mi opinión. Cuando no era parte de este emprendimiento yo no participaba, me daba mucho miedo y vergüenza. Ahora ya puedo participar y tengo el valor de dar mi punto de vista cuando me preguntan algo, puedo responderles y comenzar una conversación”.
Para Flora el impacto de la tienda de abarrotes de la que es socia tiene un impacto directo tanto en su familia como en su comunidad: “lo que me motiva a seguir adelante son los resultados que hemos logrado juntas. Ahora ya se ve que ha crecido nuestra tienda, eso me pone muy feliz. Formar parte de este emprendimiento supone una gran ayuda para mí y mi familia, y lo mismo para todas las mujeres que somos parte de él, lo que hace crecer a nuestra comunidad”.
Pero Flora es crítica también, sabe que aún hacen falta muchas cosas para poder avanzar: “tenemos muchas necesidades a nivel comunitario, muchas de ellas tienen que ver con la salud, también con la disponibilidad de espacios recreativos y educativos”, dice.
Selina, parte de una caja de ahorros para mujeres
En el Ejido de Santa Lucía en el municipio de Ocosingo vive Selina. Es parte de una Caja de Ahorro liderada por mujeres indígenas como ella. Gracias al acompañamiento que han recibido tienen acceso a préstamos que les ayudan a hacer frente a situaciones imprevistas como una enfermedad. Al contrario de lo que encuentran en otras entidades financieras, esta caja de ahorros les ofrece préstamos con bajos intereses y accesibles para ellas y sus familias.
“Hoy estoy muy contenta y tengo esperanza de ver crecer aún más nuestra caja de ahorro”, dice Selina consciente de la importancia del trabajo en equipo. Mujeres como ella hoy ya tienen conocimientos para llevar las cuentas de sus emprendimientos o sus casas: “a mí todo esto me despierta las ganas de aprender más”, dice sonriente.
Incluso en el seno familiar, Selina ha notado cambios tras la participación en el proyecto que hay puesto en marcha Ayuda en Acción en México: “he visto cambios dentro de mi familia: antes mi esposo no me permitía salir a algún lugar, ahora ya puedo salir a participar, le cuento mis logros y él es también feliz con ellos, porque sabe que lo que yo consiga es para toda la familia”.
Respecto a su relación con las mujeres que integran el emprendimiento, Selina cuenta que ahora trabajan en unidad y son más fuertes: “cuando me reúno con mis compañeras me pongo muy feliz y regreso a casa muy contenta. Para mí, lo más importante es que nunca nos cansemos, que nunca dejemos de ser parte de este emprendimiento porque es muy hermoso ver al grupo de mujeres mantenerse en unidad, en solidaridad y mantenernos fuertes para ayudarnos a vencer algunos problemas o situaciones difíciles”.
Selina, aún así, es exigente: “me gustaría recibir clases de computación para mejorar algunas cosas en nuestro emprendimiento”.
Con este panorama resulta esencial el trabajo para el fortalecimiento de capacidades y el empoderamiento de mujeres y niñas: son ellas quienes deben protagonizar los procesos de transformación para lograr una equidad de género.
(*Artículo escrito en colaboración con G. Monserrath Torres, comunicación Ayuda en Acción en México)