Empoderar a las mujeres rurales, que representan una cuarta parte de la población mundial, es esencial para erradicar la pobreza extrema, el hambre y hacer frente al cambio climático. Tres mujeres rurales de Honduras, con valentía y dedicación, están transformando sus comunidades desde la tierra. A través de prácticas agrícolas sostenibles no solo generan ingresos, sino que también aseguran alimentos nutritivos para sus familias, contribuyendo a la lucha contra el hambre y mejorando su calidad de vida.
Este año, en el Día Internacional de las Mujeres Rurales, celebramos a quienes, con sus manos y corazones, sostienen la naturaleza para un futuro más justo y resiliente. El lema de 2024 es claro: “Mujeres rurales como sostenedoras de la naturaleza para nuestro futuro colectivo: construir resiliencia climática, conservar la biodiversidad y cuidar la tierra para lograr la igualdad de género y el empoderamiento de mujeres y niñas”.
Ernestina Allen: “Pensaba que aquí se pegaba nada”
Ernestina es originaria de Balfate, un municipio rural en Colón. Allí muchas familias viven en condiciones de pobreza y con escaso acceso a derechos básicos como salud y seguridad alimentaria. Durante años Ernestina creyó que su parcela no servía para cultivar. “Aquí no se pega nada, aquí no nace más que zacate”, solía decir.
Sin embargo, todo cambió cuando se unió al programa de formación agroecológica de Ayuda en Acción. Hoy, gracias a los abonos orgánicos, su parcela está llena de vida y alimentos nutritivos que fortalecen la salud de su familia, especialmente de niños y niñas. Su historia nos muestra el poder de la agricultura sostenible y cómo las mujeres rurales pueden ser líderes del cambio en sus comunidades.
Erdita Ferrera: “Ahora no solo sembramos arroz, también frijoles y maíz”
En Ahuás, una región de La Mosquitia hondureña, Erdita ha dedicado su vida al cultivo de arroz. Sin embargo, las malas cosechas solían impedirle guardar suficiente semilla para el siguiente ciclo. Todo cambió con el proyecto Yamni Iwanka, impulsado por Ayuda en Acción y el Banco Mundial, que les permitió crear bancos de semillas para asegurar futuras producciones.
Hoy, Erdita y su comunidad no solo siembran arroz, sino también maíz y frijoles, lo que les permite almacenar alimentos y vender el excedente. Así no solo generan ingresos para vivir, sino que aseguran el sustento diario de sus familias.
Iris Flores: “El cacao, una forma de vida”
En la comunidad de Pimienta, en Wampusirpi (La Mosquitia), Iris Flores y otras mujeres enfrentaban un gran reto: nadie compraba el cacao que producían. Pero ahora, gracias a la Asociación de Productores de Cacao de Pimienta (APROCAPIM) y el apoyo del programa Prawanka, ejecutado por Ayuda en Acción y CASM con fondos de la Agencia Suiza COSUDE, su cacao orgánico ha encontrado mercado tanto a nivel nacional como internacional.
Iris relata que los días de compra son especiales. A la orilla del río Patuca, clasifican y pesan el cacao, que se vende cada quincena. Con las ganancias, las productoras pueden cubrir las necesidades del hogar y alimentar a sus familias, convirtiendo el cacao en una fuente de vida y esperanza.
En este Día Internacional de las Mujeres Rurales, celebramos a mujeres como Ernestina, Erdita e Iris, quienes, con su trabajo incansable, cuidan la tierra y nos muestran que el futuro es más prometedor cuando las mujeres rurales son protagonistas del cambio.
*(Artículo escrito por Liz G. Ordóñez, responsable de comunicación de Ayuda en Acción en Honduras).