En Bolivia, aproximadamente cuatro millones de hectáreas han sido devastadas por incendios forestales, y diferentes zonas del país han sido declaradas zonas de emergencia por incendios y sequías. El departamento de Santa Cruz es el más afectado con 2,6 millones de hectáreas. Tras él está el Beni, con 1,3 millones, y La Paz con 18 990 hectáreas, según Efraín Tinta, investigador de la Fundación Tierra.
Municipios como Riberalta, San Andrés y San Javier están enfrentando una crisis sin precedentes.
Declaración de zona de desastre y llamamiento internacional
La declaración de estos municipios como zonas de desastre es una medida urgente y necesaria debido a la magnitud de los incendios, que han destruido vastas áreas, afectando directamente la salud pública y el sistema educativo. Las clases han sido suspendidas debido al incremento de enfermedades respiratorias provocadas por la densa humareda. Las autoridades locales claman ayuda internacional para sofocar los incendios y recuperar las áreas devastadas en el futuro.
Situación en Riberalta: valoración, acompañamiento y apoyo
En respuesta a este llamado de emergencia, Ayuda en Acción ha visitado las comunidades de Bella Flor, Tumichuka y Medio Monte en el municipio de Riberalta, proveyendo insumos vitales como batefuegos, tanques de agua con capacidad para 2600 litros, cisternas, mochilas fumigadoras, medicamentos como dexametasona, colirios, lágrimas artificiales para la irritación ocular, y garrafas de agua para hidratar. Estos recursos han sido entregados a las autoridades locales y a las comunidades afectadas.
Ayuda en Acción y World Vision Bolivia, en el marco del Consorcio de Agencias de Ayuda Humanitaria en Bolivia (CAHB), están apoyando esta emergencia por incendio a las instituciones locales que han sido rebasadas por la situación.
En un acto de recepción de los equipos de protección y mitigación, el alcalde de Riberalta, Ciriaco Rodríguez, destacó que "durante estos días estuvimos visitando junto a Ayuda en Acción varias comunidades del municipio para diagnosticar la magnitud de las pérdidas. Además nos entregaron insumos como tanques de agua, mochilas fumigadoras y medicamentos. Nos llena de satisfacción continuar trabajando juntos para apoyar a las familias que enfrentan grandes dificultades, tanto por los incendios como por la escasez de agua. Este equipamiento será vital para los voluntarios y las familias afectadas de nuestras comunidades”.
Por su parte, Daniel Wanda, responsable de la Unidad de Gestión de Riesgos de Riberalta, expresó su preocupación por el impacto ambiental: “estamos perdiendo muchos animales y gran parte de la vegetación. El fuego empezó el 24 de agosto y hasta el 25 no pudimos controlarlo. Agradecemos la ayuda de las organizaciones, en especial de Ayuda en Acción y el consorcio, que han proporcionado equipos de protección que serán cruciales para quienes están en primera línea combatiendo estos incendios”.
La sequía, un problema añadido
La crisis es aún más aguda para las comunidades afectadas por la escasez de agua. Lorena Farfán, vicepresidenta de la comunidad Tumichuka, compartió con profundo dolor: “muchas familias no tienen ni un grano de arroz ni víveres; no tenemos agua. Pero lo que más me destroza es cuando una persona mayor se me acerca y me dice que no tienen nada que comer. Eso me rompe el corazón. Gracias a organizaciones como Ayuda en Acción, podemos encontrar esperanza para salir adelante en esta crisis. Necesitamos que nuestras voces sean escuchadas por las organizaciones internacionales; cualquier ayuda es bienvenida”.
La declaración del Beni como zona de desastre es un paso crucial para canalizar los recursos y buscar soluciones inmediatas ante esta emergencia. La solidaridad entre autoridades, organizaciones y la sociedad civil es esencial para mitigar los efectos devastadores de los incendios, la sequía y la emergencia sanitaria. Solo a través de una respuesta colectiva y acciones concretas será posible salvar la Amazonia y proteger a personas y comunidades más vulnerables.
Ayuda en Acción continúa desempeñando un rol fundamental, demostrando que su trabajo en las áreas afectadas va más allá de la ayuda inmediata: es un compromiso sostenido para reconstruir comunidades y proteger a las familias.