En Guatemala, 1 de cada 2 niños y niñas sufre desnutrición crónica. Se trata del primer país de América en tasas de desnutrición infantil y del sexto a nivel mundial. Como respuesta a este desafío, la Fundación Ayuda en Acción ha llevado a cabo un proyecto financiado por la Agencia Andaluza de Cooperación al Desarrollo (AACID) para prevenir la desnutrición crónica infantil y mejorar la salud materno infantil con foco en los primeros 1000 días de vida desde la concepción, claves para garantizar la salud y el desarrollo de la primera infancia.
El proyecto Waletb´nil (Niño Sano) ha beneficiado a más de 5000 personas, la mitad de ellas madres o mujeres embarazadas y entre ellos 1016 menores atendidos (610 niñas y 406 niños). La intervención se ha llevado a cabo entre 2022 y 2024 en 11 comunidades mayas de Huehuetenango y Chiquimula, departamentos donde la inseguridad alimentaria es mayor que en el resto del país y castiga especialmente a las comunidades indígenas mam y chortís. En Huehuetenango, por ejemplo, la tasa de desnutrición infantil alcanza al 87,4% de las niñas y niños, con niveles similares a los de África Subsahariana.
El impulso de redes juveniles y de comadronas, la formación en autocuidado a embarazadas, lactantes y cuidadoras de menores de dos años, el fortalecimiento de los servicios de salud y la promoción de la corresponsabilidad de los hombres han sido claves en el proyecto, que ha tenido siempre presente las peculiaridades de género e interculturales en estas zonas rurales empobrecidas.
Con motivo del Día Mundial contra el Hambre, que se celebra el 28 de mayo, Ayuda en Acción advierte de la importancia de seguir trabajando para hacer frente a esta compleja problemática. Como señala Josué Díaz, responsable del proyecto en Andalucía, “la desnutrición infantil es totalmente prevenible, tratable y evitable, pero sus daños son irreversibles y condicionan el desarrollo de los niños y niñas. Está relacionada con un peor desarrollo cognitivo y motor, un sistema inmunitario más debilitado, una tasa de escolaridad menor y peores oportunidades de inserción laboral. Las niñas, además, sufrirán también efectos directos sobre su salud sexual y reproductiva”.
Al problema del hambre se suman en Guatemala las brechas de acceso a la salud y los cuidados materno-infantiles de las mujeres mam y chortí. El personal médico-sanitario no cuenta con recursos y metodologías en idiomas mayas locales para asegurar una atención con enfoque intercultural. Esto, unido al analfabetismo, el machismo y las distancias de los centros de salud a las comunidades rurales condiciona el acceso de las mujeres embarazadas y lactantes a los programas de salud pre y pos natal. La desigualdad de género es también otra barrera, pues la mayor parte de hombres no se involucran ni en el embarazo ni en la crianza.
Cambio en los patrones de crianza y alimentación
El proyecto incluye varios estudios sobre los desafíos de la seguridad alimentaria en Guatemala. Uno de ellos analiza cómo los patrones de crianza y las prácticas alimentarias influyen en la desnutrición infantil crónica. Entre los múltiples hallazgos destaca el impacto de los alimentos procesados en la salud infantil. La recepción de remesas y el incremento de las tiendas de barrio han aumentado el consumo de alimentos procesados, golosinas y bebidas carbonatadas, productos que se asocian a un mayor estatus social y económico. Detrás del problema también se encuentran una menor producción local debido al cambio climático y la sobreutilización de tierras cada vez menos fértiles. Como resultado, muchas familias están abandonando la fórmula maíz-frijol-ayota, una dieta tradicional desde tiempos pre-colombinos que aseguraba un aporte equilibrado de carbohidratos, proteína vegetal y vitaminas.
Barreras para el acceso a la salud
El proyecto también ha analizado las barreras culturales y de género que afectan al derecho a la salud de las mujeres mam y chortís. Un ejemplo es el machismo que impide la planificación familiar de las mujeres chortís. El estudio evidencia una creencia generalizada de que los métodos anticonceptivos tienen repercusiones sobre la salud de las mujeres, incluida la infertilidad, lo que provoca rechazo a los mismos. Un problema agravado además por creencias religiosas que promueven el método natural como única forma de mantener relaciones sexuales.
Este proyecto se enmarca dentro de la campaña “Personas que rompen récords. Récords que rompen personas”, donde buscamos sensibilizar sobre cómo la crisis climática está agravando problemas como la inseguridad alimentaria en los países más empobrecidos del mundo.
Accede al informe del resumen ejecutivo y la evaluación del proyecto.