La educación es la base fundamental de las democracias y la mejor herramienta para combatir las desigualdades. Sin embargo, en los últimos años los retos de la educación son cada vez mayores. En lugar de generar cada vez más oportunidades, se está reforzando la desigualdad, como constató Naciones Unidas durante los últimos meses de 2022. Hoy analizamos los retos más importantes en 2026.

Por qué la educación entra en 2026 con una crisis global sin precedentes


La crisis educativa actual es la consecuencia de insuficientes políticas educativas orientadas a lograr una educación de calidad. A esto se le añaden décadas de subinversión y desigualdades estructurales. Las sucesivas crisis, cíclicas, no han hecho más que lastrar la educación e impedir que se logre el cumplimiento de este derecho fundamental.

En 2026 nos encontramos con que, además de las desigualdades estructurales (55 dólares de inversión en educación al año por estudiante en los países con ingresos más bajos, frente a los 8532 en los más ricos), existe una importante crisis de financiación de la educación, que viene denunciándose en las últimas décadas de manera persistente. La pandemia y otras crisis no han hecho más que agravar la situación. Aún hay más de 250 millones de menores sin escolarizar en todo el mundo.

En muchos casos el problema no está en la cantidad, sino en la calidad. En algunos países, el 70% de niños y niñas no tienen las competencias mínimas adquiridas en sus respectivos niveles educativos para leer y comprender un texto simple. Y esto no ocurre solo en países de bajos ingresos.

Hoy en día, la mayoría de las interrupciones a nivel de educación se producen por causas como las consecuencias del cambio climático y los conflictos. Por eso desde instituciones como la CME, de la que Ayuda en Acción forma parte, exigimos que se priorice la educación en situaciones de emergencia.

Las necesidades en educación se traducen en menos oportunidades de futuro para toda una generación. Por eso, es crucial hacer frente a los retos que nos pone por delante el presente: una generación poco preparada puede comprometer el futuro de toda la humanidad.

Los cinco retos principales de la educación en 2026


Esta crisis en el sistema no se puede mantener por más tiempo y el cambio es urgente. La pandemia tuvo un impacto devastador en el aprendizaje: según la UNESCO, un 40 % de los países más empobrecidos no dieron apoyo educativo al alumnado con mayor grado de vulnerabilidad durante el tiempo que las escuelas permanecieron cerradas. Hoy en día, la brecha digital está agrandando las desigualdades aún más.

Analicemos cuáles son los principales desafíos del sistema educativo a nivel global:

1. Garantizar una educación de calidad y accesible para todo el alumnado


La UNESCO reconoce, según datos de 2023 (los más recientes hasta la fecha), que 272 millones de niños, niñas, adolescentes y jóvenes están en la actualidad fuera del sistema educativo. De quienes sí están integrados en el sistema educativo tampoco podemos asegurar el éxito: preocupan los niveles de comprensión lectora y de matemáticas a nivel global, algo agravado en contextos vulnerables. Tras décadas de avances, lamentablemente los progresos están en periodo de estancamiento y las desigualdades, en contextos de pobreza, son aún mayores.

El analfabetismo, además, sigue siendo un lastre para más de 739 millones de jóvenes y adultos que no saben leer ni escribir.

2. Mejorar la formación y las condiciones del profesorado


El profesorado es clave para garantizar la educación de calidad e inclusiva, y debe estar capacitado para incentivar el aprendizaje continuo. En los últimos años, sobre todo desde la pandemia, ha tenido que reinventarse y aprender a marchas forzadas para adaptar sus clases a los nuevos contextos y entornos. Por esto, la formación para el profesorado es fundamental para empezar a transformar la educación.

Además, hay que subsanar el déficit global de docentes. Se calcula que faltan 69 millones de docentes en todo el mundo para lograr una educación de calidad para todos y todas en 2030. Especialmente complicada es la situación en África Subsahariana, donde se estima que más del 70% de los países se enfrentan a una carencia de docentes de primaria y secundaria. Es urgente y necesario revertir la cifra elevando el estatus social del profesorado y garantizándoles condiciones dignas de trabajo para evitar la fuga de talento también en la educación.

3. Crear escuelas seguras, inclusivas y libres de violencia


Las escuelas deberían ser siempre espacios seguros y saludables, incluso en zonas de riesgo. Desde Ayuda en Acción creemos firmemente que la educación debe garantizarse siempre, incluso en situaciones de emergencia. Tienen que ser también espacios en los que no exista la violencia, el estigma o la intimidación. Y que promuevan la salud física, mental, sexual y reproductiva.

En este sentido, la inclusión es algo que debe trabajarse de forma transversal. Aunque parte de la responsabilidad recae en gobiernos y administraciones, todos los agentes educadores deben tener este objetivo. Un ejemplo claro es la inclusión de colectivos migrantes en espacios educativos. En muchos países, la llegada más o menos masiva de menores en situación de movilidad, pone a prueba la capacidad real del sistema. En lugares como Colombia o Perú, Ayuda en Acción trabaja en el acompañamiento de menores migrantes de origen venezolano. Les ofrecemos apoyo burocrático para que puedan asistir a la escuela con regularidad. Porque la educación debe ser un derecho y no un privilegio.

El año 2026 probablemente sea un año en el que sigan ocurriendo situaciones de desplazamientos forzados. Garantizar el derecho a la educación debería ser obligado para cualquier sistema educativo que aspire a ser justo e igualitario.

4. Reducir la brecha digital y avanzar hacia una educación híbrida e inclusiva


La pandemia ha demostrado que continúa habiendo desigualdades en lo referente al acceso a las tecnologías que urgen resolver. Pero también ha enseñado que podemos utilizar mejor la tecnología de lo que pensábamos.

En este sentido, hay que tener en cuenta la dimensión digital del alumnado, incorporando incluso los formatos híbridos para facilitar el acceso a la educación en cualquier tipo de situación.

La brecha digital no es, por tanto, un tema únicamente de acceso a dispositivos o a conectividad. En ella se incluye la capacidad de utilizar tecnología para enseñar, aprender o comunicarse. Reducir esta brecha necesita inexorablemente la participación del Estado, que a través de políticas públicas deben garantizar un acceso universal a Internet, así como de tecnología adecuada y modelos de financiación que permita también a las familias más vulnerables acceder a tecnología educativa.

Después de asegurar el acceso, llega la capacidad para dar un uso realmente pedagógico a esa tecnología. No basta con pasar todo de papel a digital, sino que las metodologías deben adaptarse a nuevas formas de estudio, relacionamiento y aprendizaje.

Por último, además de adaptar las escuelas a esta nueva fase de educación digital, también están las personas. El cuerpo docente y las familias deben estar también capacitadas para acompañar adecuadamente a los niños y niñas en su senda de aprendizaje.

5. Aumentar la inversión y la financiación educativa para reducir desigualdades


Ante estos importantes retos, es necesaria la transformación de la arquitectura financiera internacional. Como venimos denunciando desde hace años con la CME, es urgente forzar las restricciones del Fondo Monetario Internacional (FMI) que ponen por delante el control del déficit a la inversión pública, basándose en que solo con una fuerte inversión en educación los Estados avanzan y progresan económicamente en el medio y largo plazo.

Además, hay que apoyar medidas para aliviar la deuda externa de los países menos desarrollados, incluyendo políticas que alienten la inversión en servicios públicos básicos como la educación. Por último, es necesario respaldar los esfuerzos de los países en reformas fiscales que permitan aumentar la recaudación y dedicarla a cubrir servicios sociales básicos como la educación.

Cómo Ayuda en Acción afronta estos retos en 2026


Los retos de la educación en 2026 son asumidos por Ayuda en Acción desde una mirada integral que combina lo meramente educativo con el acompañamiento socioemocional y la defensa del derecho a la educación, especialmente en contextos de alta vulnerabilidad.

Impulsamos junto a los centros educativos acciones que previenen el abandono escolar, mejoran la convivencia y fortalecen la inclusión social.

Además, nuestra apuesta para cerrar o reducir la brecha digital es clara. Trabajamos cada día en países como Nicaragua para reforzar competencias tecnológicas no solo entre el alumnado, sino con sus docentes y sus familias.

Solo desde una visión integral es posible crear escuelas resilientes que sean capaces de adaptarse a los retos del futuro, a las crisis que se dan y que afectan, de una u otra forma, a la educación. Y que lo hagan, como dicen los Objetivos de Desarrollo Sostenible, sin dejar a nadie atrás.