Siempre que cruzo el charco, aparte de llegar al otro lado con sueño, cansancio y los pies hinchados, me siento como en casa. Hace ya un año que viajé a la región de Cotopaxi, en Ecuador, un país lleno de contrastes. En Guasaganda (cantón de La Maná) trabajamos con comunidades rurales el desarrollo de cadenas de valor con las que mejorar sus economías. En concreto, en la zona producen cacao, leche y panela. Con apoyo de AEXCID, la Agencia Extremeña de Cooperación, hemos sido capaces de seguir impulsando los escasos recursos materiales que estas comunidades, asociaciones y cooperativas tenían. De este modo hemos aumentado el potencial humano que desprenden, que es enorme.
Panela, un ejemplo de producto en alza
A miles de kilómetros de Guasaganda, sus habitantes no podían imaginar que la panela era un producto de moda. En países como España ponemos este azúcar de caña de alta calidad al café late, a las cup cakes o a las tartas artesanas de calabaza… La puesta en valor de uno de sus tradicionales productos viene de la mano de entidades como ASOPROCANAN, una asociación de agricultores que en su día se unieron para elaborar azúcar de caña ecológica en el monte. Es uno de nuestros socios locales y con ellos comprobamos los avances que se habían hecho desde el arranque del proyecto. Apenas unos meses después de su inicio, ya era patente cómo algunas herramientas proporcionadas a través del asesoramiento en agronomía habían empezado a dar resultados en plantaciones de caña que tenían más de 100 años. Pero la cosa no quedaba ahí: había avances en la recolección y la implementación de insecticidas ecológicos tradicionales no hacían más que mejorar la cosecha.
La alimentación de Kevin
“Mezclando melaza y algo de cereales tienes un desayuno de campeones”, me decían los compañeros de Ayuda en Acción en Ecuador y nuestro socio local, el Fondo Ecuatoriano Populorum Progressio (FEPP). Precisamente eso era lo que estaba comiendo Kevin, un niño de cuatro años que no dejaba de sonreír mientras relamía esa mezcla explosiva de calorías. Con él hablé de fútbol y del cole; con su madre de la energía del pequeño. Sin duda contar con una buena alimentación repercute también en su educación: “va con más ganas a la escuela y aprende más”, dice su orgullosa madre. Cuando alguien me pregunta cómo algo tan simple como una plantación beneficia a toda una comunidad, siempre les pongo este ejemplo.
El ganado de la señora Matilda
La señora Matilda nos presentó uno a uno los jóvenes becerros que habían parido sus vacas, a las que trataba como si fuesen de la familia. “¡Cuánto ha cambiado el modo de trabajar!”, nos decía. Y es que ahora en este proyecto se hace algo que no se había hecho antes por esas tierras: un análisis para detectar la mastitis en las vacas lecheras. Este avance permite detectar y tratar esta inflamación de las ubres antes de que se infecten y den al traste con la producción de leche. Cuando se trata del sustento de una familia, la responsabilidad es aún mayor.
Con lo que le aporta su producción de leche, Matilda puede asegurar que sus hijos tengan una alimentación sana y desarrollar así sus capacidades en las escuelas de Guasaganda. La doña, como se dice por allá, pertenece a otra de las asociaciones de productores lácteos que apoyamos: ASOPAGUA. Gracias a la Cooperación Española y a AEXCID han podido mejorar y reconstruir el centro de acopio, aportar novedades en el tratamiento y pasteurización de la leche y conseguir un producto de calidad.
Ayuda en Acción con apoyo de AEXCID ha mejorado la producción agroganadera en Guasaganda, cerca del volcán Cotopaxi de Ecuador. Clic para tuitear
Cacao: del campo a la tableta
El gran vicio confesable de la humanidad también lo cultivan en Guasaganda y lo impulsamos a través de este proyecto. No deja de ser curioso ver cómo es el fruto: entre rojo y amarillo con una pulpa dulce y ácida a la vez, que encierra el oro negro en forma de semillas. Y es oro porque cotiza en el mercado de valores y porque ya los aztecas lo usaban como moneda.
Nuestro proyecto ha mejorado sustancialmente la forma de cultivar el cacao en la zona. Estamos consiguiendo poner en valor la variedad perfecta para la zona. Un nuevo centro de acopio y nuevas herramientas tecnológicas favorecen el secado y tostado óptimo.
Aunque dentro de las instalaciones se alcanzan los 60º el olor a cacao es tan potente que te hace sentir en la gloria. Ahora cuando abro una tableta de chocolate, no puedo dejar de pensar en el esfuerzo que supone el cultivo del cacao y en la impotencia que se siente cuando una cosecha se te arruina en solo un día por un mosquito que pudre las vainas. No puedo dejar de pensar en personas como Fermín, Pablo o María, agricultores de ASOPROMONCA, con quienes trabajamos codo a codo cada día para mejorar la producción y así repercutir positivamente en un empleo digno y en una educación de calidad para los niños, niñas y jóvenes de la comunidad.
¿Cómo afectará el COVID-19 al proyecto?
Más de un año después de la visita no he podido de nuevo a comprobar los últimos avances del proyecto. Sin embargo, el acompañamiento y seguimiento ha sido continuo por parte de nuestro equipo en Ecuador. Aunque una pandemia global haya querido interponerse en nuestro camino hacia el desarrollo, no nos ha vencido. Las bases del proyecto son tan sólidas y la formación proporcionada a los agricultores y ganaderos tan adaptada a su realidad que, a pesar de todo, han podido seguir trabajando y llevando ingresos a sus mermadas economías familiares. Se puede cerrar un ciclo o un proyecto pero lo que de ninguna manera cerramos son las ganas de construir futuro.