Y a Mónica esa ilusión, le sobra a raudales. La conocimos el año pasado, tras su paso en el curso de Monitora de patio y comedor de nuestro proyecto Mujeres en Acción. Y en octubre se apuntó sin dudarlo a Hilvanando culturas que pusimos en marcha, con el apoyo de Fundación Bancaja-Bankia, en el centro en el que estudia su hija.
Actualmente está desempleada, pero ella no pierde la sonrisa y lucha para que su situación cambie muy pronto. En nuestros talleres ha descubierto una gran pasión oculta. Y también cómo puede utilizar la costura para cumplir su sueño: ser su propia jefa.
Los talleres
¿Qué significa para ti el nombre del proyecto: Hilvanando culturas?
Yo creo que el nombre lo dice todo. Significa unir, mezclar personas de diferentes países, idiomas, culturas o costumbres bajo un objetivo común. En nuestra clase compartimos espacio árabes, españolas, sudamericanas, gitanas… Todas nosotras somos diferentes, pero al mismo tiempo nos complementamos.
Yo asemejo nuestra clase a un bolso hecho de diferentes estampados y que cada uno representa las diferentes culturas que componen el taller. Por sí solas cada una de las piezas tienen su belleza, pero uniéndolas y cosiéndolas bien, el resultado final es mucho mejor. Es precioso.
Las sesiones se tuvieron que suspender cuando se decretó el Estado de Alarma, ¿cómo era un día en las clases?
Yo siempre las esperaba con mucha ilusión y ganas. Íbamos dos días por semana y duraban tres horas. Entrábamos a las 9 y lo primero que hacíamos era saludarnos y compartir un rato juntas. Nos tomábamos un café en el espacio que llamamos ‘Café con amigas o con compañeras’ y a las 10 empezábamos a coser. Ahora seguimos en contacto y nos mandamos las fotos de ese desayuno matutino por nuestro grupo de WhatsApp.
Allí aprendimos a hacer patrones, coser e hilvanar, pero también a ser compañeras y amigas, a valorarnos a nosotras mismas y a subir nuestra autoestima. Y aquí les tenemos que dar las gracias a nuestras formadoras que siempre nos apoyaron y fueron muy atentas con nosotras.
Acabábamos a las 12 y yo siempre me quedaba con ganas de más. Y eso que, cuando empecé, ¡a mí no me gustaba la costura! Ahora he descubierto que me encanta y estoy deseando que esto acabe para volver a mis clases.
¿Qué es lo que has aprendido estos meses?
Hemos aprendido muchísimo. Ahora sabemos hacer nuestros patrones, a coser, a jugar con los colores y diferentes estampados. Puedo hacer ropa a mis niños, a confeccionar bolsos e incluso ¡mascarillas!
Creo que lo primero que cuenta es la ilusión y cuando la tienes, te atreves con cualquier cosa. Hace tan solo unos meses no sabía qué era hilvanar y si me nombrabas una máquina de coser, pensaba que eso era de abuelas. Gracias a Hilvanando culturas me he dado cuenta de que no es así. Es algo que se está perdiendo y me da pena porque me parece una ocupación bastante hermosa.
Hilvanando Culturas es un proyecto de emprendimiento femenino puesto en marcha para dar redes de apoyo y formación a mujeres en situaciones vulnerables Share on X
Los trabajos
¿Te has animado ya a confeccionar ropa a tus hijos?
Claro que sí. Cuando empecé lo primero que hice fue comprarme la máquina de coser que utilizábamos en clase. De esta forma podía familiarizarme con ella y aprender más rápidamente. En poco tiempo empecé a hacer camisetas y faldas para mi hija.
En Navidad, mi hijo el mayor me hizo muy feliz porque me pidió de regalo un conjunto ‘macarra’ (se ríe) hecho por mí. Lo que quería era una camiseta y un pantalón con calaveras. Me hizo muchísima ilusión y lo disfruté en cada momento. Cuando haces algo para alguien al que quieres, estás deseando acabarlo, que quede perfecto y, sobre todo, vérselo puesto a la persona a la que se lo has regalado.
¿Cuál es el trabajo que más te ha gustado hacer?
Sin duda el calcetín de Navidad porque yo decía: ¡madre mía!, ¿cómo lo hago? Y resultó que salió perfecto. Todo vino porque nuestra profesora de costura nos pidió que hiciéramos este regalo para el cole. Fue un trabajo en grupo: entre todas hicimos el patrón, elegimos y cortamos la tela. Como no nos dio tiempo a terminarlo, me ofrecí terminarlo en casa. Al día siguiente se lo di a la profesora y no supe más de él.
Un día, en el Telegram que tenemos las madres y padres, el director nos envió una fotografía de una puerta con un calcetín de Navidad colgado. Parecía la puerta de su despacho. Y ahí me di cuenta que era el que había terminado yo porque le puse un toque mío: un lacito rojo. Fue un momento especial e importante para mí porque fue un regalo para el colegio.
¿Crees que tu paso por los talleres es un buen ejemplo para tus hijos e hijas?
Sin dudarlo. El que una madre estudie o trabaje, para los hijos es un ejemplo y un orgullo. Ellos ven que estudio, que me esfuerzo, que soy constante. Y que lucho día a día para cumplir mis objetivos. Y de eso son testigos mis hijos que ven cómo según llego a casa me pongo a trabajar con la máquina.
Un sueño en cuarentena
¿Te gustaría dedicarte profesionalmente a la costura?
Me encantaría. Mi idea es montar una pequeña empresa en mi propia casa donde yo pueda coser y diseñar mis propias prendas. No pienso a lo grande, me conformo con algo que nos permita sobrevivir a mí y a mi familia.
Y si pudiera soñar… lo haría a lo grande. Y sin dudarlo crearía mi propia marca de ropa.
En el programa Aquí también de Ayuda en Acción trabajamos para que mujeres como Mónica confeccionen su propio futuro. El proyecto Hilvanando culturas se desarrolla en Zaragoza y Alicante. En nuestros talleres profesionales de costura, mujeres de diferentes culturas aprenden todo lo necesario para dedicarse a este apasionante mundo.