Madriz, un departamento que pertenece al Corredor Seco de Nicaragua, se encuentra expuesto a condiciones de alta variabilidad climática y amenaza de sequía. En este territorio el 69% de su población rural está viviendo en extrema pobreza, siendo el 54% de la población del municipio de Totogalpa y 50% de Telpaneca. Los principales medios de vida están en el sector primario, principalmente en la agricultura y ganadería menor. Su población depende del acceso a recursos y conocimientos técnicos de buenas prácticas adaptadas a las condiciones agroclimáticas.
El contexto en el Corredor Seco: migraciones y cambio climático
El clima ha obligado a que más mujeres y hombres migren hacia otros países para sustentar a sus familias. En la mayoría de casos son los hombres los que dejan de sus hogares y las mujeres quedan al cuidado de la familia. Por eso ellas deben de buscar diferentes alternativas para que sus hijas e hijos tengan una alimentación adecuada. Sin embargo, algo aparentemente tan simple como tener un trabajo no es fácil en sociedades donde las mujeres, desde que son niñas, son educadas para trabajar solo en sus propias casas.
Karina Inestroza vive en la comunidad El Mamel (Totogalpa). Ella misma cuenta que las mujeres no suelen tener, en su zona, un trabajo independiente:
No hay mujeres con negocios propios porque la mayoría no salen de sus hogares, dependen económicamente de los hombres.
La sequía que vive el Corredor Seco Centroamericano hace que la gente que se queda tenga solo algunos granos básicos para sobrevivir. A veces ni eso.
La gente cosecha menos, sobre todo el agua es una problemática muy grande.
Apostar por la fuerza de mujeres trabajando juntas
Pero Karina y otras mujeres como ellas no han quedado paradas ante esta problemática. Las mujeres juegan un rol muy importante para aportar a la economía de estas zonas e invertir en su fortalecimientos y capacidades. Solo hay que apostar por ellas como lo hace, en este caso, Ayuda en Acción.
En Ayuda en Acción, hemos trabajado con un grupo de mujeres a las que hemos capacitado en temas relacionado a liderazgo. Estos espacios les ha permito conocer sobre sus derechos y la importancia que eso tiene para que sean protagonistas de su comunidad y, por supuesto, de su propia vida. También, es importante que reconozcan lo que implica vivir en zonas afectadas ante cambio climático y cómo ellas pueden dar respuestas a la misma.
Cuando conocimos el proyecto, nos hablaban sobre negocios donde teníamos que formar un grupo de mujeres. Ahí conocimos temas sobre liderazgo, sobre género, para que nosotras conociéramos primero qué debería tener una mujer para poder desarrollar todo eso.
De la teoría a la práctica: emprendimientos resilientes liderados por mujeres
Nuestra apuesta por el empoderamiento de las mujeres en el corredor seco nicaragüense es firme. Para comenzar, como decíamos, es fundamental identificar a las mujeres que quieran participar en este reto. Las cooperativas ha sido la forma en que las mujeres han decidido agruparse para mejorar sus competencias y sus negocios, que tienen como base el sector primario (miel y lácteos, fundamentalmente).
Karina y otras mujeres como ella han ido poniendo en valor las buenas prácticas generadas, los intereses colectivos y personales y el propio proceso productivo que hoy les hace tener un mejor producto, contando con herramientas que les permitan hacer frente al cambio climático.
Para mí fue sorprendente ser parte de estos grupos. Hablaban de apicultura y yo, sinceramente, no sabía nada de eso… Había escuchado sobre abejas, pero no sabía de qué trataba. Nos dimos cuenta de que todo esto necesitaba capacitación, sobre todo cómo es el manejo de una colmena. A medida que lo fui descubriendo me encantó porque ahora me gusta trabajar con abejas.
A día de hoy unas 175 mujeres a través de siete cooperativas (seis apícolas y una láctea) generan ingresos administrando sus propios negocios. Son en su mayoría mujeres que lideran emprendimientos que son resilientes ante los efectos del cambio climático. Todas aportan a la sostenibilidad del planeta mejorando además su economía familiar y el desarrollo de su comunidad.
Ahora Karina, además de ser maestra, puede decir que maneja un negocio donde trabaja en cosechar y producir miel de abeja. Y puede decirlo con el orgullo que supone pertenecer a un grupo cooperativo del que forman parte 26 mujeres que luchan por su futuro, pero también por el de quienes vengan detrás.