Llegar a un nuevo país para empezar desde cero, con muchas circunstancias en contra, parece ya suficiente para una familia que dejó todo atrás. Pero por si fuera poco, llegó la COVID-19. Vivian Velasco forma parte de una familia de venezolanos en Colombia. Con su esposo y su hija de 11 años, hoy tiene que reinventar no solo una nueva profesión, sino toda una vida.
Un año de adelanto de nueva normalidad para los venezolanos en Colombia
Estos días mucha gente habla de comenzar de nuevo, de reinventarse, de la nueva normalidad. Pero personas como Vivian Velasco, de 41 años, ya andaban en esas desde hace año y medio, mucho antes de la aparición del coronavirus.
Hay un drama que es una pandemia permanente, para la que parece no haber vacuna. Se trata de la migración, un fenómeno global que en Colombia tiene rostro venezolano. Miles de personas huyen cada día de sus ciudades o países por falta de oportunidades, por amenazas, por falta de comida, por la violencia... por cientos de razones. Colombia ha sido escenario de migraciones durante años. Ha vivido de cerca la huida del campo como consecuencia de la violencia en los peores años de la guerra. Ahora lo vive de nuevo con sus vecinos: venezolanos que pasan la frontera colombiana por diferentes puntos buscando una esperanza.
Actualmente hay casi dos millones de migrantes venezolanos en Colombia. Según datos oficiales, el 44% de ellos estaría de forma regular. “Entre Bogotá, Cúcuta, Barranquilla, Medellín y Cali, albergarían el 40% del total de venezolanos radicados en el país, mientras que a nivel departamental la lista la encabezarían Cundinamarca, con Bogotá incluido, Norte de Santander, Atlántico, La Guajira y Antioquia, con más del 63% del total de venezolanos radicados en el país”, señala el estudio de Migración Colombia dado a conocer en abril de 2020.
La historia de Vivian
Vivian y su familia llegaron a Colombia en enero de 2019. Su marido había ido antes y ella y su hija fueron de visita. Pensaban pasar solo unos días, pero llegó el cierre de la frontera y no pudieron regresar a su país. Esa era la “nueva normalidad” que les esperaba: un ranchito que alguien les alquiló por apenas unos días, y comenzar una vida desde cero, durmiendo en el suelo, vendiendo en la calle agua, limonada, golosinas o lo que pudieran para poder alimentarse.
En Venezuela Vivian era maestra desde hacía 17 años. Es una profesión tan vocacional que no puede olvidarse de la noche a la mañana. Por eso, a pesar de tener que sortear cada día sus propias dificultades, no pudo permanecer impasible ante lo que veía. Esta mujer migrante decidió ayudar a niños y niñas que estaban en las calles o en los comedores comunitarios del barrio La Fortaleza, en Cúcuta, donde trabaja Ayuda en Acción. Los conocía porque ella misma asistía a esos comedores o transitaba por las calles donde migrantes venezolanos en Colombia, como ella, pasan el día esperando una oportunidad o un camino a seguir.
Hay dos millones de migrantes venezolanos en Colombia. Su nueva normalidad comenzó antes de que llegara el coronavirus. Clic para tuitear
Vivian Velasco tenía claro que quería seguir su propio camino, por el que siempre había luchado en su país… Pero sobre todo quería defender los derechos de los niños y niñas con los que convivía en el barrio.
Así es como, con ayuda de unas religiosas, Vivian retomó su vida como maestra. “El hecho de no tener los papeles en orden me ha impedido muchas cosas, pero confío en que algún día pueda tenerlos para seguir adelante en mis proyectos”, nos dice Vivian, que nos cuenta también la dificultad para mantener en el tiempo un proyecto educativo como el que ella ha iniciado.
Una lección de vida de Vivian, migrante venezolana en Colombia
La COVID-19 es un problema añadido para la difícil situación que vive la familia de Vivian. Salir al rebusque en calles deshabitadas, con personas con miedo y vez menos dinero en los bolsillos, les ha llevado a endeudarse y a acumular problemas. Pero para la comunidad venezolana en Colombia, los problemas son compartidos: viven de cerca los problemas de otros. Y cuando todo parecía negro para ellos, “Ayuda en Acción llegó para salvarlos”, dice.
Lejos de lamentarse, Vivian dice que todo lo que le está pasando es una lección de vida, una oportunidad para aprender a valorar lo poco que se tiene y de unir esfuerzos con los colombianos:
Es importante integrar las dos comunidades porque somos iguales, todos tenemos las mismas necesidades, estamos aquí por las mismas razones.
Vivian no es una beneficiaria más. Es parte del grupo de líderes y lideresas del proyecto que llevamos a cabo en La Fortaleza para trabajar por la integración comunitaria. Con su labor de enseñanza y su rol de liderazgo ha demostrado que no se detiene a pesar de las dificultades: “Ayuda en Acción vino a despertarnos, nos hizo ver que éramos capaces de levantar una comunidad”.
Tras recibir formación y apoyo por parte de Ayuda en Acción, Vivian continúa dando clases a los niños y niñas de su comunidad como si de una labor social se tratase. Pero va mucho más allá. Vivian se emociona cuando piensa que pronto podrá recuperar su profesión.
Vivian Velasco, la profesional, la docente. Así me veo ahora gracias al apoyo de organizaciones como Ayuda en Acción que me están ayudando a formarme de nuevo y a reconstruir mi vida. Ahora tengo herramientas para defender mis derechos acá en Colombia.
Ayuda en Acción en Cúcuta
Desde el inicio de la emergencia migratoria de venezolanos a Colombia en 2019, Ayuda en Acción se ha posicionado como organización de referencia en Cúcuta. A través del proyecto de integración social y cultural que lideramos junto a la Organización Internacional de las Migraciones (OIM) y USAID en el barrio La Fortaleza, estamos trabajando para estrechar los lazos de solidaridad y hermandad que unen a estos dos pueblos.
El proyecto pretende crear puentes de unión entre migrantes venezolanos, retornados colombianos y comunidad de acogida. Juntos apoyamos directamente a 217 personas a través de formaciones ciudadanas que contribuyan a la convivencia pacífica. Juntos #SomosAyuda para cientos de migrantes venezolanos en Colombia.