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El proyecto VIA Lenca (Voz para la Infancia y la Adolescencia Lenca) nace en pleno Corredor Seco hondureño para dar respuesta a la situación de violencias basadas en género que viven miles de niñas y adolescentes en el departamento de Lempira. Hoy te contamos por qué comenzamos a trabajar en ello y qué estamos consiguiendo.
Datos sobre infancia y adolescencia en Honduras
Cuando pensamos en las infancias, casi siempre lo hacemos sublimando la nuestra propia. Evocamos más que recordamos. Evocamos nuestra infancia, las más de las veces, con una sonrisa tierna. Recordar exige un ejercicio de re-pensar que invita a la reflexión, a desaprendernos y a re-aprendernos.
Sabemos que 1 de cada 10 niños y niñas menores de edad ha sido víctima de una relación sexual forzada en el mundo. O que 2 de cada 3 niños y niñas sufren violencia física en su hogar.
En Honduras, el 63% de la infancia es víctima de castigos físicos a manos de sus cuidadores y el 37% de las niñas menores de 17 años ha sufrido algún tipo de violencia sexual. En la región sur del departamento de Lempira, el 11,5% de las adolescentes están embarazadas (la mayoría de las veces fruto de una relación sexual forzada).
Son datos que nos conmueven, nos parecen una monstruosidad, una aberración. Queremos pensar que es excepcional. Y nos horroriza pensar en ese daño con el que cuesta conectar, precisamente porque nuestro cuerpo tiene aún idealizado el tiempo de nuestra infancia como un territorio de paz y felicidad imperturbable. “Serán felices a pesar de todo”, nos respondemos como queriendo confiar su destino en la fuerza de esos superpoderes que les suponemos a la infancia.
Mirar a la infancia como un plural
Una de las razones que nos lleva a pensar que un niño o una niña es, ante todo, una persona feliz con independencia de su contexto, es que concebimos la infancia en singular, como una categoría abstracta y homogénea a la que hemos dotado de los atributos de inocencia, dulzura, alegría y paz.
Pero no hay una infancia sino muchas. Las experiencias y la apropiación del contexto, la cultura, la familia y el medio comunitario determinan un acervo social y unos acentos subjetivos que dotan a cada niño o niña de una existencia única. Y sí, puede que todo niño o niña tenga algo innato que le inclina a la alegría, pero tienen sobre todo otras fuerzas y potencias que les definen como sujetos protagonistas de su entorno, capaces de transformarlo más allá de los ideales de pureza asociados a la minoría de edad.
Dentro de todas estas formas de violencias contra las infancias, en Ayuda en Acción nos preocupan especialmente las violencias basadas en el género que se producen contra las niñas y las adolescentes. Están, en muchos casos, fuertemente arraigadas en la cultura y en las prácticas sociales de muchos de los territorios donde trabajamos. Bajo el fenómeno de las relaciones impropias se generan relaciones tóxicas y de poder asimétricas, donde las niñas y adolescentes son víctimas de la violencia de género, a menudo con el consentimiento y la naturalización de la propia familia.
Con un inicio temprano de las relaciones sexuales que deviene en embarazos a temprana edad, las niñas y adolescentes que inician estas relaciones impropias son víctimas de múltiples violencias: morbilidad materno-infantil, riesgos durante y después del embarazo, abandono escolar y un futuro marcado por la pobreza, la desigualdad, la exclusión socio-económica y otras formas de violencias crónicas.
Muy ligado a ello se dan otras situaciones de uniones o casamientos civiles infantiles entre niñas-adolescentes y hombres adultos, a menudo concertados con familiares próximos o como resultado de una violación.
Allí donde concurre la interseccionalidad de mujer, minoría de edad, etnia, raza, pobreza, familia desestructurada y exclusión, las posibilidades de ser víctima de una relación sexual forzada se elevan exponencialmente.
Para hacer frente a todo esto nace, precisamente, el proyecto VIA Lenca, para prevenir y erradicar las violencias basadas en el género contra niñas y adolescentes en 15 comunidades lencas de los municipios de Erandique, Santa Cruz y San Francisco en el departamento de Lempira, en pleno Corredor Seco hondureño.
¿Cómo trabajamos en el proyecto VIA Lenca?
Con un enfoque de trabajo basado en la comunidad, cuidando siempre de incorporar las peculiaridades y riquezas de la cultura indígena lenca. Nuestro propósito es crear entornos comunitarios seguros, protectores y de buen trato donde los niños, niñas y adolescentes puedan disfrutar y ejercer sus derechos de manera plena. Y para eso, con el proyecto VIA Lenca, que cuenta con la cofinanciación de la Agencia Andaluza de Cooperación Internacional para el Desarrollo y el socio estratégico de la organización local OCDIH, vamos a trabajar a partir de las siguientes líneas de acción:
- el fortalecimiento territorial de la acción protectora del ente rector del Estado para la protección de los derechos de las infancias (SENAF), de la Policía local y de las tres alcaldías locales.
- la formación y fortalecimiento del funcionariado local que trabaja con niñas, niños y adolescentes (docentes, sanitarios, oficina municipal de la niñez), para que sepan identificar de manera temprana, actuar con medidas de salvaguarda y referir oportunamente ante SENAF y la Policía local los casos de vulneración de derechos.
- la formación y acompañamiento en crianza positiva y educación con ternura a padres y madres.
- la conformación de comités comunitarios de protección con líderes y lideresas para la promoción de los derechos de las infancias, así como un trabajo de articulación y vigilancia que permita identificar y derivar casos de violencias que puedan estar sucediendo en sus comunidades.
Lo primero y más importante: dar voz a niñas, niños y adolescentes lencas
Para ello vamos a formar y educar en el conocimiento y ejercicio de sus derechos a 1500 menores entre siete y 17 años. En este proceso será clave que aprendan a identificar riesgos y situaciones comprometidas de abuso, y que sepan comunicarlo oportunamente ante sus referentes familiares, educadores o instituciones de protección. De esta forma buscamos anticiparnos a las violencias y, en caso de que ocurran, detenerlas de manera precoz.
Como parte de todo este trabajo vamos a elaborar mapas de riesgo comunitario con las niñeces y adolescencias de cada comunidad. Además, diseñaremos canales de comunicación amigables y adaptados a su nivel madurativo, para que sean ellos y ellas quienes puedan comunicar de manera segura, anónima y confidencial casos sospechosos de violencias que puedan observar en su entorno.
Vamos a fortalecer también los grupos estudiantiles, dotándoles de mayor dinamismo para que los niños, niñas y adolescentes puedan ampliar su participación como ciudadanos y ciudadanas de pleno derecho, en acciones y asuntos de su interés de ámbito educativo, comunitario y municipal. Además, les vamos a acompañar en el diseño e impulso de una agenda de derechos de infancia con medidas para la promoción y protección de sus derechos en las políticas públicas municipales.
Como parte de este proceso, vamos a construir espacios recreativos seguros en sus comunidades con programas de actividades deportivas y lúdicas para que puedan disfrutar y ejercer su derecho al juego de manera libre, segura y en espacios de candidez emocional.
Por último, con la adolescencia vamos a trabajar en la promoción de relaciones afectivas sanas a través de grupos de auto-ayuda y espacios de intercambio y aprendizaje sobre salud sexual y reproductiva, violencia de género, nuevas masculinidades, feminismo y violencias sexuales forzadas.
Todo ello, con el mismo propósito: dar voz a las infancias y adolescencias lencas para que visibilicen su capacidad de resistencia, activen sus potencias y se agencien de los procesos de desarrollo y construcción de su presente y su futuro con una meta y un deseo muy realista: erradicar toda forma de violencia contra los niños, niñas y adolescentes en sus comunidades.
*Artículo escrito por Antonio Josué Díaz, responsable del proyecto en España, y editado por Noemí García Cabezas (comunicación & contenidos en sede central).
