La región centroamericana enfrenta múltiples crisis estructurales que impulsan la migración forzada, especialmente desde zonas rurales. En Guatemala, más del 60% de la población vive en pobreza multidimensional, situación agravada por los efectos del cambio climático, la violencia y la exclusión social. Mujeres y niñas en movilidad son particularmente vulnerables a la violencia basada en género, a pesar de que la migración es un derecho. La violencia común, el narcotráfico, la trata de personas y otras formas de crimen organizado también figuran entre las principales causas del desplazamiento forzado. Guatemala es un punto estratégico de tránsito migratorio y se encuentra entre los países más propensos a desastres a nivel mundial, lo que amplifica los riesgos para las poblaciones más vulnerables. A esta compleja situación se suma la fragilidad institucional, marcada por la escasa capacidad humana, financiera y de gestión, lo que limita gravemente la respuesta ante crisis humanitarias.