Con motivo del Día Internacional de la Nutrición, Ayuda en Acción pone el foco en la grave crisis alimentaria y nutricional que sufre la población más vulnerable en el Sahel. La inseguridad alimentaria aguda afecta a 40,7 millones de personas en 2022 casi cuatro veces más que en 2019 que registraba una cifra de 10,8 millones en Sahel y África Occidental. Además, el período de carestía, que se extiende desde junio hasta septiembre, podría dejar sin alimento a 11 millones más. En Comparación con 2021 el número de personas en situación de inseguridad alimentaria en Mali ha aumentado un 41% y en Níger un 91%.
Dos años de pandemia y las malas cosechas como consecuencia del cambio climático elevan la inseguridad alimentaria en el Sahel a un nivel muy crítico. Además, el recrudecimiento de la violencia está empujando a miles de personas a desplazarse de manera forzosa, lo que afecta al acceso a medios de subsistencia y aumenta la escasez de alimentos de la población. A este escenario se suman las graves consecuencias de la guerra de Ucrania que ha disparado el precio de carburantes y alimentos y cuyos bloqueos y sanciones impiden la llegada de las ayudas del Programa Mundial de Alimentos (PMA), previstas para el mes de mayo.
Ahora, a punto de iniciarse el periodo de escasez, la época de carestía que ocurre entre los meses de junio y septiembre durante la cual las reservas de las cosechas anteriores se agotan, la situación es aún más alarmante. Los precios de los alimentos se disparan, afectando directamente el nivel de seguridad alimentaria de las poblaciones vulnerables del Sahel que adoptan mecanismos de adaptación extremos, reduciendo su dieta al mínimo y provocando carencias al nivel nutricional muy graves, sobre todo para niñas, niños y jóvenes.
“Nos encontramos ante otra crisis humanitaria histórica en el Sahel. El recrudecimiento de la crisis alimentaria y nutricional que ya se vaticinaba desde 2021 debido a los efectos del cambio climático en las cosechas se ha agravado por el aumento de precios del cereal y la guerra de Ucrania. El conflicto va a tener un precio diferente para países ricos y pobres. En los países ricos el precio será la inflación, pero en los pobres será el hambre, la desigualdad, las tensiones sociales y el deterioro de la seguridad”. Afirma Jorge Cattaneo, director adjunto de Ayuda en Acción.
Ayuda en Acción trabaja en Níger y Mali para mejorar la seguridad alimentaria y nutricional de las poblaciones más vulnerables desde un enfoque Nexus que facilite la inclusión de acciones de prevención, respuesta emergencias y recuperación, asegurando la protección de la población.
La situación en Mali
Para la temporada de carestía en Mali podrían ser 1,8 millones de personas las que se encuentren al borde de la hambruna. Los precios de algunos cereales se han incrementado un 100% y la cosecha ha disminuido un 10% con respecto al año anterior. Desde principios de 2022 el país se enfrenta a las sanciones y el bloqueo impuesto por la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO) debido a las constantes vulneraciones de derechos de su gobierno. La falta de oportunidades, el cambio climático y la creciente presencia de grupos armados ahogan más a una población en la que el 20% de las personas se encuentran en situación de inseguridad alimentaria y 5,9 millones dependen de la asistencia humanitaria para sobrevivir.
Ayuda en Acción trabaja en el país desde 2019 garantizando el acceso sostenible a alimentación. La ONG fomenta la creación de empleo en las etapas de producción de alimentos, especialmente en las zonas rurales, a través de la implantación de nuevas tecnologías y protocolos innovadores, contribuyendo así a la estabilidad en contextos de inseguridad y a la reducción de la migración.
La situación en Níger
En 2021 más de tres millones de personas necesitaron ayuda humanitaria en Níger. La vulnerabilidad de la población, el estrés medioambiental y las crisis alimentarias recurrentes se ven agravadas por la falta de oportunidades para la población local. La desnutrición aguda y severa ha superado los niveles de emergencia que marca la OMS superando el 10% y el 2% respectivamente. El período de carestía de 2022 podría elevar las cifras del hambre a casi cuatro millones de personas.
Ayuda en Acción trabaja en Níger con un enfoque integral a través del programa Nex4food, financiado por la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID). El objetivo es mejorar la resiliencia nutricional a través del acceso a productos fortificados, apoyando la comercialización de productos locales y el fortalecimiento del sector agroalimentario. La fortificación de harina, método por el cual las harinas comunes se enriquecen con micronutrientes básicos, constituye una estrategia eficaz para conseguir el aporte alimentario necesario de vitaminas y minerales. Su objetivo es mejorar la alimentación de población en riesgo de carencias vitamínicas severas, debido a unos hábitos alimentarios deficientes. El consumo de estas harinas mejorar el estado de nutrición de un alto porcentaje de la población y no requiere la modificación de los hábitos de alimentación. Hemos construido una unidad de producción de harina de mijo fortificada que sirve de punto de aprovisionamiento para actores humanitarios en los meses de carestía.