Ayuda en Acción ha publicado la segunda parte del Estudio Prospectivo sobre Empleo y Juventud en España para 2030, que se centra en los impactos de la digitalización en el empleo juvenil.
Según el estudio, más del 35% del total de empleos en España tiene asociado un elevado riesgo de automatización, entre ellos sectores como hostelería, comercio e industria manufacturera. Todos ellos concentran un elevado porcentaje de empleo joven: casi la mitad (45%) de empleados y empleadas en estos sectores son menores de 30 años.
"En Ayuda en Acción nos preocupa el impacto que esta apuesta digital tenga sobre la situación de la juventud. Debemos estar atentos a la brecha digital, sobre todo por las desigualdades de acceso a competencias digitales básicas, materiales o conexión que dificulten la integración en el mercado laboral", explica Matías Figueroa, director del Programa Europa de Ayuda en Acción.
El riesgo de automatización está muy ligado al perfil del trabajador. Según el estudio, la población trabajadora que se enfrenta a un mayor riesgo de automatización son las personas más jóvenes, que tienen menor nivel educativo, menor responsabilidad en sus puestos y trabajan en sectores como agricultura, industria manufacturera, hostelería, comercio, actividades del hogar y administrativas.
La agenda digital
La agenda digital impacta en una juventud que, desde el estallido de la pasada crisis económica, ha vivido un empobrecimiento respecto a la población en general. Según la tasa de riesgo de pobreza y exclusión social (AROPE), durante la primera mitad de la pasada década la tasa creció súbitamente entre la juventud, hasta casi duplicar su valor en 2015, esto significa que la pobreza juvenil creció de manera mucho más intensa que entre la población en general. En 2020, años después de la recuperación, esta tasa seguía siendo cuatro puntos superior entre la juventud y en 2021 los datos mostraban que la pandemia había incrementado aún más esta brecha de edad.
"Debemos ser conscientes de la persistencia del empobrecimiento de la juventud, que ha tenido lugar en España, pero no en el conjunto de la Unión Europea. Si bien la tendencia de las tasas de pobreza es ahora descendente, lo que resulta esperanzador, los niveles son todavía muy altos. Además, existe una diferencia abismal entre personas desempleadas y nivel educativo, variando de un 36% entre las personas con educación primaria o inferior al 13,7% entre las que cuentan con nivel superior. La digitalización, junto a estos datos, nos hace pensar que es imprescindible disponer de conocimientos y capacidades de acceso al mundo digital para estar incluido en la sociedad", argumenta Figueroa.
Oportunidades de la digitalización
Pese a todo lo expuesto, la digitalización en el empleo juvenil también puede ser una oportunidad para alcanzar mejoras en la calidad del sector. En este sentido, hay factores ligados a la digitalización como el teletrabajo, que se señala en el estudio como una posibilidad para lograr un mayor equilibrio regional. Por un lado, facilitando que personas que teletrabajen puedan mudarse a zonas con menor densidad de población y precios de la vivienda más asequibles, o provocando que ni siquiera estas personas tengan que abandonar sus pueblos de nacimiento. Por otro, creando oportunidades para jóvenes de regiones con menos empleo para que trabajen a distancia para empresas situadas en zonas geográficas de mayor dinamismo económico.
Pero, además, la digitalización también crea empleo. Primero, porque necesita especialistas TIC –empleos digitales– para proporcionar los servicios en los que se basa la propia digitalización. Segundo, porque la propia automatización puede incrementar la productividad de sectores, abaratando relativamente los bienes o servicios generados y con ello estimulando su demanda. Además, también se espera una creación de nuevas ocupaciones y empleos.
Formación y nuevas competencias
Para que la juventud pueda adaptarse al reto de la digitalización en el empleo juvenil, es importante adaptar la educación a las demandas del mercado laboral. El objetivo debe ser que no se eduque exclusivamente para trabajar en ocupaciones que podrían verse modificadas o incluso desaparecer en las próximas décadas. Se necesita una educación en competencias, conocimientos y habilidades digitales que permita tanto desempeñar una profesión en el presente como adaptarse a los cambios de futuro.
Aunque hay claros esfuerzos en esa línea, el 36% de la población aún no dispone de competencias para el uso de herramientas digitales básicas fomentando la brecha digital, según el Índice de Economía y Sociedad Digital de 2022. Y, como alerta el estudio de Ayuda en Acción, la brecha digital en los colectivos vulnerables podría acentuarse a medida que el sistema educativo incorpora tecnologías en los procesos de aprendizaje: “consideramos que la formación y la actualización de los planes de estudio para garantizar la comprensión de competencias digitales básicas es clave para adaptarnos a la economía digital y reducir la brecha digital”, explica Verónica De la Cruz, responsable de empleo de Ayuda en Acción.
El trabajo de Ayuda en Acción
La estrategia de Empleo y Emprendimiento de Ayuda en Acción se basa en una intervención en centros educativos desde la educación secundaria hasta la formación profesional, poniendo el foco en la adquisición de competencias clave. Las competencias deben ser digitales tanto en competencias blandas (soft skills) o de habilidades personales para impulsar la empleabilidad y el emprendimiento de jóvenes en situación de vulnerabilidad.
“2022 ha sido un año importante para la puesta en marcha del nuevo sistema de formación profesional (FP) dual y 2023 creemos que es un momento clave en el que la FP se consolide como una de las opciones formativas adaptadas a los retos presentes, la tasa de empleabilidad de la formación profesional se sitúa en el 42,2% según los datos del Observatorio de las Ocupaciones del SEPE y, aunque la tendencia ascendente, España todavía se sitúa por debajo de la media europea (25%) con un 12%”, concluye De la Cruz.