Ayuda en Acción, como organización presente en Níger, está haciendo un seguimiento del escenario político del país en estos momentos y vigila cómo éste puede afectar a la crisis humanitaria. La situación, después de 12 días del golpe de Estado, aún es de cautela, pero la población nigerina ya está sufriendo consecuencias de la inestabilidad, como el aumento de precios de los cereales y de otros productos básicos.
Ayuda en Acción no ha sufrido ningún incidente que afecte al trabajo de mejora de seguridad alimentaria que desarrolla en Tahoua con el proyecto Nex4Food, un programa financiado por la Generalitat Valenciana con enfoque ‘triple nexo’, es decir, de acción humanitaria, construcción de paz y desarrollo. Las operaciones se mantienen en marcha, aunque la organización ha empezado a trabajar en planes de intervención por un posible aumento de las necesidades humanitarias.
El nuevo escenario es preocupante porque la población nigerina enfrenta desafíos inmensos relacionados con la carestía y la inseguridad alimentaria. Níger se encuentra en una situación crítica de escasez de víveres y recursos básicos, agravada por sequías, malas cosechas y problemas estructurales en el sistema agrícola y económico. “En los meses de junio a septiembre, el país está en época de carestía, por lo que la población enfrenta aún más dificultades para acceder a provisiones suficientes, aumentando el riesgo de inseguridad alimentaria, malnutrición infantil y hambruna”, advierte Marta Tietz Laranjinha, directora regional de África de Ayuda en Acción.
Crisis en Níger
En este contexto, el cierre de fronteras comerciales, derivado del impacto de las sanciones de la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (Cedeao) y otros actores internacionales, puede agravar aún más esta situación. “La población ya está sufriendo un aumento de precios de cereales y otros alimentos básicos de entre el 20% y el 40%, así como cortes de electricidad. El cierre de fronteras y la suspensión de las transacciones comerciales y financieras con el país, conllevará a que la población no disponga de liquidez y dinero para comprar nada, ni siquiera para acceder a alimentos y recursos básicos esenciales”, añade Tietz.
A nivel comercial, Níger depende de las importaciones, por lo que también podrían quedarse sin insumos necesarios como por ejemplo cemento para obras de infraestructura o alimentos que no producen. De hecho, la previsión de que de junio a agosto 3,2 millones de personas estuvieran en el país en fase de crisis, podría agravarse aumentando esta cifra con la actual situación.
Por último, existe la preocupación de que se produzcan cortes generales de suministros eléctricos y disponibilidad de gasolina, ya que Níger depende en gran medida del suministro de la red de Nigeria.
“Por todo ello, seguiremos monitoreando toda la situación muy de cerca. Níger es ahora mismo el último país en África del Oeste en sufrir a un golpe de estado, precedido en años anteriores, por los golpes de Estado de sus países vecinos Mali y Burkina Faso. La situación en cada país es diferente, pero atenderemos las necesidades humanitarias y vigilaremos que se respeten los derechos de la población en los países donde trabajamos”, concluye la directora regional de África de Ayuda en Acción.