Hace algunas semanas mi hijo y yo escuchábamos un programa de radio donde, aprovechando un monográfico de canciones infantiles de los 80 y 90, leían testimonios y comentarios que los oyentes dejaban en las redes. Un oyente comentó con nostalgia cómo de niño jugaba a la pelota en la calle y se subía a los árboles.
La perplejidad de mi hijo fue tremenda cuando reforzando el mensaje, le comenté que de niño también jugábamos en la calle a la pelota. Y parábamos de jugar cuando pasaba el coche (sí, uno solo) por la calle. Me miraba con cierta envidia cuando le explicaba que a su edad salía a la calle sin supervisión de adultos y me pasaba la tarde entera fuera de casa con mis amigos. Y jugando aprendíamos a divertirnos, a explorar y a solucionar nuestros problemas de manera autónoma.
“¿Y para qué querrías subirte a un árbol?” – preguntó de repente.
Los niños hoy en día pasan el 90% de su vida en espacios cerrados y tienen un 71% de tiempo menos que su generación anterior para jugar en el exterior. En este contexto, su pregunta realmente me sorprendió porque yo partía de la base que mi hijo era uno de los privilegiados que pasa más de una hora diaria al aire libre y sabría para qué sirve subirse a un árbol.
Los padres somos conscientes de esta circunstancia. 9 de cada 10 reconoce que los peques juegan mucho menos fuera de casa de lo que lo hacíamos nosotros. El 98% de los padres también admite que el juego es una actividad necesaria para aprender habilidades imprescindibles en la vida, y que en estos momentos no están aprendiendo.
Subirse a un árbol es una experiencia más y, por lo tanto, sirve. Sirve para comprobar que la rama aguanta, para ver el mundo desde otro punto de vista, para acercarse a los nidos de pájaros o ver las hormigas desfilar. Sirve para probarse a uno mismo y retar a los demás. Sirve en definitiva, para explorar el entorno con libertad, sin miedo y experimentar. La niñez es el momento adecuado de hacerlo. Más tarde puede que ya no haya más oportunidades.
El próximo 18 de mayo Ayuda en Acción, de la mano de Skip, pone en marcha por segundo año consecutivo la iniciativa «Día de las clases al aire libre» en España. En la edición 2016 se sumaron 170 centros y cerca de 50.000 alumnos pudieron disfrutar de actividades fuera de la sala de aula. Esta acción se enmarca dentro de la campaña que se celebra a nivel mundial, “Ensuciarse es bueno”, que busca encontrar el equilibrio entre juego y aprendizaje tradicional.
Si estás interesado en participar todavía estás a tiempo: apúntate