La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la mutilación genital femenina como todos aquellos procedimientos que, intencionadamente y por motivos no médicos, alteran o lesionan los órganos genitales femeninos. A veces se la conoce por ablación, aunque sería más preciso decir “ablación del clítoris”, esto es, la mutilación o extirpación total o parcial de dicho órgano. Pero esta es solo una de las prácticas lesivas que se engloban en la denominada mutilación genital femenina, en donde, además de la ablación del clítoris se encuadran otras prácticas:


  • la extirpación de los labios mayores o menores de la vulva.

  • el estrechamiento de la abertura vaginal mediante el corte y recolocación de los labios menores o mayores de la vulva.

  • cualquiera de los procedimientos que, intencionadamente y por motivos no médicos, alteran o lesionan los órganos genitales femeninos.


Esta práctica que, según datos de la OMS, han sufrido entre 100 y 140 millones de mujeres y niñas, supone una forma de violencia que sigue siendo una realidad en muchos países del mundo.

Las consecuencias de la ablación


La realidad es que todas estas prácticas no solo no aportan beneficios para la salud de mujeres y niñas, sino que suponen un riesgo para su salud. Hablamos de una lista larga de posibles complicaciones. Desde hemorragias más o menos graves, problemas e infecciones urinarias y vaginales, problemas menstruales y sexuales, como coitos dolorosos o menor satisfacción sexual, hasta mayores complicaciones en el parto e incluso la muerte del recién nacido, además de diversos trastornos psicológicos como depresión, disminución de la autoestima, estrés postraumático o ansiedad. En última instancia y por diversas complicaciones médicas puede originar la muerte de las niñas y mujeres a las que se les practica.

¿Por qué se lleva a cabo la ablación o la mutilación genital femenina?


Las razones son distintas dependiendo de la región del mundo en donde se practica, pero podemos hablar siempre de un combinado de factores socioculturales muy arraigados. Existe la creencia de que la mutilación genital femenina se lleva a cabo por motivos religiosos, pero ningún texto religioso la prescribe. Sin embargo, muchas de las personas que la llevan a cabo lo hacen con un supuesto respaldo religioso y amparándose en preceptos o prácticas religiosas que, en realidad, no existen. Entre los propios líderes religiosos están los que las apoyan, los que no se pronuncian por no considerarlas dentro de su ámbito de actuación y, otros, cada vez más, que se oponen precisamente para separar lo religioso de lo que es una violación de derechos de las niñas. Lo que la mutilación genital femenina o ablación supone siempre es una práctica de control de las mujeres y niñas por parte de la comunidad; la necesidad de aceptación y el temor al rechazo social, mayores posibilidades de encontrar marido, la promoción de un modelo femenino de recato y de reducción de la libido por miedo, entre otras causas, al dolor durante el coito.



Mujer


Cuándo y dónde se llevan a cabo la mayoría de las mutilaciones genitales femeninas


Las niñas sufren estas prácticas entre su periodo de lactancia y los 15 años, y las regiones en donde más se practican son la región occidental y del Sahel en África, Oriente Medio y Asia. Siendo Egipto, Sudán, Eritrea, Yibuti, Etiopía o Somalia donde se encuentran las mayores tasas. Igualmente, en países de acogida en donde se asientan poblaciones migrantes en donde se practica la mutilación genital femenina, también se extiende este riesgo. En España, se han detectado casos y desde hace años se han puesto medidas para evitar y erradicar esta práctica. Desde 2003 la ablación se considera un delito de lesiones tipificado en el Código Penal.

Ayuda en Acción y nuestra lucha contra la ablación


En Ayuda en Acción hemos trabajado durante años para erradicar la mutilación genital en distintos programas, pero la base de nuestra labor se centra en la educación de las niñas y la sensibilización de los líderes comunitarios y religiosos. Igualmente, el trabajo con las personas que practican la mutilación genital femenina, generalmente parteras, y las campañas de sensibilización sobre las madres y abuelas son clave para nuestros resultados.

En Kenia, por ejemplo, trabajamos en su día junto a la organización Kirira. Juntas conseguimos reducir en un 60% los casos de mutilación genital femenina en la zona.

Hay países en donde la ablación no es legal, pero es complicado que estas leyes se apliquen en la totalidad del territorio, especialmente en el ámbito rural más remoto en donde la actuación del Estado no siempre llega.

Apoyar la lucha contra la mutilación genital femenina o ablación es luchar contra una violación de los derechos de las mujeres y niñas.