Que desde 1949 se fijara un día internacional para “promover el uso de fuentes alternativas y disminuir el uso de las energías no renovables” dice mucho del tiempo que llevamos clamando la necesidad de un cambio de paradigma en torno a la energía que consumimos y cómo está afectando al planeta en que vivimos y a las personas que lo habitan. Necesitamos energías renovables. No hay discusión. Y las reivindicamos hoy, 14 de febrero, Día Mundial de la Energía para que nadie se quede #adosvelas


Los ODS que marcan la Agenda 2030 para el desarrollo sostenible le dan el peso que se merecen con un objetivo específico, el ODS 7: “garantizar el acceso a una energía asequible, segura, sostenible y moderna para todos”. Se persigue como objetivo no sólo el acceso universal a la energía para dentro de doce años, sino un aumento en el uso de energías renovables –apenas supone el 20% del consumo mundial de electricidad– y un mejor rendimiento energético. Que el derecho de todos los habitantes del planeta a disponer de energía limpia, asequible y fiable sea una realidad.


En muchas partes del globo el acceso a la energía se reduce a una hoguera de leña –en el mundo, 1 de cada 5 personas vive sin electricidad–, mientras que en otros rincones tenemos acceso a Internet desde un reloj, podemos comprar un billete para viajar al espacio o disfrutar de otras realidades con unas gafas virtuales. Pero el problema no queda sólo en esta comparación ilustrativa, que demuestra que la energía sigue provocando enormes desigualdades en el mundo marcadas por el lugar de nacimiento de las personas, sino en el tipo de energía que consumimos… ¿por qué son las energías renovables tan importantes?


El empleo a gran escala de las fuentes de energía imperantes, tales como el petróleo, gas natural o carbón, acarrea consigo problemas como la progresiva contaminación o el aumento de los gases de efecto invernadero que contribuyen al calentamiento global y al cambio climático. Y son finitas, es decir, su reserva es limitada y pueden encarecerse o acabarse, provocando una crisis energética. A nivel micro, 2.800 millones de personas siguen cocinando y calentando sus hogares con fuentes de energía básicas como carbón vegetal, leña, biomasa y estiércol, lo que provoca más de 4 millones de muertes prematuras al año por contaminación del aire en locales cerrados.



El empleo de energías renovables, limpias y eficientes mejoraría la economía de las comunidades más pobres –que dependen de forma directa de la agricultura y de los recursos naturales para subsistir– y tendría un impacto favorable sobre la naturaleza, evitando el aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero responsables del cambio climático. También sobre la educación, pues la falta de acceso al suministro de energía es un obstáculo a la hora de estudiar de menores y jóvenes y provoca absentismo y abandono escolar.


En Ayuda en Acción sabemos que proveer de acceso a electricidad a comunidades rurales que no la tienen, tiene efectos positivos en el acceso al agua, la seguridad alimentaria o la educación. Lo hacemos en América Latina, y nuestra presencia en Mozambique, Etiopía, Uganda, Kenia, Malawi, India y Nepal nos permite actuar y buscar soluciones para revertir el hecho de que las regiones con mayor déficit energético del mundo sean África Subsahariana y Asia Meridional. Soluciones, siempre, sostenibles.


Qué son las energías renovables y otros términos sobre energía que conviene saber


La RAE denomina las energías renovables como energías cuyas fuentes se presentan en la naturaleza de modo continuo y prácticamente inagotable y pone como ejemplo la energía hidráulica, la solar o la eólica. Definiciones más especializadas, amplias e inclusivas especifican además que son respetuosas con el medioambiente y que sus fuentes son inagotables debido a la cantidad de energía que contienen o porque son capaces de regenerarse por medios naturales


energías renovablesTambién está el concepto de energía alternativa, que es la que procede de fuentes distintas a las habituales, como el carbón, el petróleo o el gas. Es decir, es un tipo de energía que puede suplir a las fuentes energéticas actuales por su menor efecto contaminante o su posibilidad de renovación. Y, por último, las energías limpias, aquellas que excluyen la contaminación y no generan residuos para nuestro planeta porque para su producción no interviene ningún tipo de reacción química o combustión. La mayor parte de energías limpias son además energías renovables  –solar, geotérmica, hidroelétrica y eólica– pero no todas las renovables son limpias, como por ejemplo la biomasa.


Apostar por una energía limpia, alternativa y renovable, no tendría sentido sin tener en cuenta otros dos puntos clave en el camino hacia la sostenibilidad: la disminución y eficiencia de la demanda y consumo energético. De nada sirve que usemos energías renovables, si no generamos conciencia sobre un uso racional y responsable.


Las energías renovables, limpias y sostenibles siempre han estado ahí, desde el principio. Todas en la naturaleza, todas provenientes de los cuatro elementos. Aire, agua, fuego y tierra. Los intereses económicos y lucrativos o la falta de voluntad política han impedido que les demos un uso más inteligente… y por eso, en 2018, un 20% del mundo sigue aún viviendo #adosvelas.