Por quinto año consecutivo, la seguridad alimentaria de muchas familias guatemaltecas está en la cuerda floja. Los efectos del cambio climático en este país del Corredor Seco han provocado que más de 200.000 agricultores y agricultoras lo perdieran todo en 2018. Las previsiones para este año no son esperanzadoras. Conoce la radiografía del hambre en Guatemala a través de sus protagonistas.


Voces del Corredor Seco en Guatemala


Jesús Alberto


Jesús Alberto GuatemalaPara Jesús Alberto, hoy el trabajo agrícola es como el fútbol, “a veces se gana, a veces se pierde”. Pero hay una diferencia clara: aquí lo que está en juego es la alimentación de familias enteras.


Cuenta que este escenario de incertidumbre no ha existido siempre. “Recuerdo cómo de niño en mi comunidad no faltaba de nada. Había maíz y toda clase de frijol: enrededores, chajanes, peromes, ayotes, wisquiles…”. Años después, la violencia de la guerra civil guatemalteca obligó a muchas personas de Colmenas, su aldea, a emigrar para sobrevivir. Desde entonces, la comunidad no ha podido deshacerse de una pobreza en aumento.


El cambio climático tampoco ayuda. Se refleja en inviernos muy cortos, con una lluvia que apenas visita los cultivos y que, cuando lo hace, cae con tal fuerza que los destruye. El panorama es poco esperanzador, pero, como asegura Jesús Alberto, rendirse no es una opción: “estamos siempre en la lucha de ver cómo sacamos adelante a nuestra comunidad”.


Rutilia 


Rutilia GuatemalaRutilia recuerda cómo sus abuelos podían calcular lo que obtendrían cada año de las cosechas. El clima, más estable, solía darles la razón. Además, en sus prácticas agrícolas no había espacio para fertilizantes ni talas descontroladas.


La realidad, confiesa esta agricultora, es hoy muy distinta. Las malas prácticas agrícolas y forestales, sumadas a los efectos del cambio climático, están provocando enfermedades infecciosas, diarrea, desnutrición y problemas respiratorios.


La sensibilización e incidencia política están sirviendo para generar cambios, por ejemplo, en el cuidado de los bosques. Hace dos años, su comunidad se organizó para exigir apoyo institucional y comenzar a reforestar la zona. Gracias a ello, han podido disminuir el riesgo de incendios, la escasez de agua y los deslizamientos de terrenos.


Radiografía del hambre en Guatemala


Al igual que Rutilia y Jesús Alberto, muchas familias del país dependen de la agricultura de subsistencia. ¿Cómo salen adelante cuando las cosechas fallan? Cuando esto sucede -cada vez con más frecuencia- se activa un peligroso círculo de supervivencia. Las familias más vulnerables tienen que recurrir a los mercados locales o las tiendas de las comunidades para comprar maíz y frijol con los que alimentarse. En algunas zonas del país pueden darse dos cosechas. En otras, sin embargo, los agricultores se la juegan a una sola carta. Para obtener ingresos extra, unas familias se endeudan pidiendo dinero prestado a algún vecino. Otra alternativa común es migrar a México para trabajar en los cafetales desde diciembre hasta marzo. Sin embargo, los bajos precios a los que se está vendiendo el café están mermando las oportunidades laborales en este ámbito.


¿Cómo son las previsiones de futuro? No muy alentadoras. Las condiciones climáticas causadas por el fenómeno de El Niño traerán lluvias que perjudicarán los granos básicos.


El hambre en Guatemala aumenta como consecuencia del cambio climático Clic para tuitear


La respuesta de Ayuda en Acción


Ayuda en Acción está presente en Guatemala desde 2006.Trabajamos en varias comunidades de Chiquimula y Zacapa, al este del país, cerca de la frontera con Honduras y El Salvador. En concreto, estamos en la Micro Cuenca de Shalaguá y en la Montaña del Gigante. Los dos espacios se encuentran dentro del Corredor Seco Centroamericano. Se trata del nombre que recibe la región semiárida que se extiende por la costa pacífica, desde el sur de México hasta el norte de Costa Rica, y que está sufriendo enormemente los efectos del cambio climático.


Uno de nuestros proyectos más ambiciosos es trabajo regional que desarrollamos hasta 2018 con la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID) para luchar contra la emergencia climática en El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua. El objetivo era fortalecer la capacidad de las personas más vulnerables –sobre todo población indígena y mujeres- para que hicieran frente a las consecuencias del cambio climático.



Además, en cooperación con las organizaciones locales, llevamos a cabo proyectos integrales para que las familias más vulnerables puedan adaptarse a los desafíos climáticos. Por ejemplo, de la mano de la Asociación Regional Campesina Chortí (ASORECH), trabajamos en 71 comunidades para asegurar el acceso a agua segura, fomentar la agricultura sostenible adaptada al clima, educar a las nuevas generaciones y luchar contra la desnutrición infantil. Aún queda mucho por hacer pues, solo en esta zona, el 26% de los niños y niñas menores de 5 años presentan bajo peso y talla.


La mejora de las organizaciones políticas y productivas comunitarias es otra de nuestras tareas. Junto a la Mancomunidad Copán Chortí y los gobiernos locales, apoyamos al campesinado para que pueda obtener productos agrícolas mejores y más competitivos en el mercado.



¡Emergencia! Hay 70 millones de personas desplazadas de forma forzosa en el mundo a causa de sequías, desastres, hambre...