Había llegado el momento. ¡Por fin iba a conocerle! Era la quinta vez que viajaba como voluntaria de Ayuda en Acción y esta vez iría al Chaco boliviano, más concretamente a Muyupampa, el área de desarrollo en la que Ayuda en Acción desarrolla su proyecto junto con la organización local NorSud. Estaba más que emocionada porque además es el lugar donde vive Walter, el niño que tengo apadrinado.


Un día después de llegar, el plan era ir a la escuela y poder por fin conocer al niño a quien le mando cartas y del que recibo correspondencia, llegando a crear un vínculo muy solidario y especial con él. Yo iba un poco nerviosa pero... ¡él lo estaba aún más! En la escuela estaba también su madre y todos sus compañeros, con quienes tuve la oportunidad de jugar durante un buen rato. Pero como no todo en la vida es juego, también pude conocer cómo funcionaba la escuela. Me impresionó lo bien que trabajan los profesores: a pesar de tener muchísimos alumnos por clase, todos guardan silencio, atienden y responden con educación. Tienen la conciencia de que la educación es un privilegio, y por eso no pueden permitirse desaprovechar esa oportunidad. Sin embargo, los materiales escolares son escasos y algo que me llamó la atención: ¡no había bibliotecas! Eso me impulsó a tener claro de qué tengo que llenar la maleta la próxima vez que vaya.


Durante el tiempo que estuve en Ayuda en Acción, los compañeros de la organización me pidieron que visitara todas las escuelas del lugar, algo que aproveché para conversar con los niños y niñas que llenaban las clases y conocer así sus inquietudes. Todos querían saber por qué sus amigos de España no les escribían tanto como a ellos les gustaría. Les expliqué que sus cartas son el inicio del gran círculo de solidaridad de Ayuda en Acción, que a través de sus cartas los socios/as de España se enteraban de todas las mejoras que se estaban haciendo en sus comunidades y que les diría que se esforzaran un poco más y les escribieran de vez en cuando. ¡Qué importante es para ellos recibir la carta de sus padrinos y madrinas!


Durante mi voluntariado pude desarrollar una amistad muy especial con Walter. Su familia me acogió como un miembro más: su hermana pequeña se quedaba dormida en mi regazo; su hermano me enseñaba sus deberes; su hermana mayor daba paseos conmigo por el campo; y sus padres me invitaron a pasar el día libre con ellos cada fin de semana. Me llevaron al campo a beber leche de vaca recién ordeñada, a bañarnos al río donde los hombres pescaban. Walter comenzó a llamarme tía Grit y a partir de ahí supe que tenía una familia en Bolivia.


La apicultura: mi vida y mi voluntariado


Mi tarea como voluntaria en todos los viajes que he hecho con Ayuda en Acción ha girado en torno a la apicultura. He estado dos veces en Bolivia y tres en Ecuador, en diferentes áreas de desarrollo, pero siempre promoviendo la crianza de las abejas y el aprovechamiento de los productos de la colmena. Cursos de manejo, de cría de reinas, de apiterapia... Y siempre he salido enriquecida con los conocimientos de los apicultores y apicultoras de la zona que, muchas veces como autodidactas, han sabido aprovechar los recursos de este pequeño gran animal.


Para las familias con las que he trabajado en mis diferentes experiencias de voluntariado, la apicultura supone un importante ingreso extra, ya que la miel es un producto valorado en estos países, como alimento y como medicina, y se puede vender bien. Esto supone poder pagar los estudios de los hijos, hacer mejoras en la vivienda o contar con la posibilidad de ir al médico... y solo con unas pocas colmenas.


Normalmente es un trabajo en el que las mujeres tienen su nicho de empleo, y que puede ayudar a empoderarlas e independizarse económicamente. Tanto en Bolivia como en Ecuador he conocido a mujeres que se dedican a la apicultura con gran profesionalidad y han sabido aprovechar todas las facilidades que se les han ofrecido.


Como experiencia personal, es difícil describir cómo estos viajes me han convertido en otra persona. Los ritmos, las prioridades, la forma de ver la vida son diferentes allí. Vuelvo más valiente, más feliz e infinitamente agradecida a Ayuda en Acción por poder vivir esta experiencia.



Cambia el mundo ayudando a otras personas a tener un futuro mejor.