El pasado verano una familia que apadrina una niña en Ecuador realizó una experiencia de voluntariado en familia. Meses después, nos cuentan su experiencia en el valle de Chota Mira, donde nuestra organización desarrolla su trabajo desde hace años y donde los grupos de voluntariado que viajaron pudieron desarrollar diferentes actividades.


Rafael: realizar voluntariado en familia supone una satisfacción total


No se me ocurre otro modo mejor de titular nuestra experiencia de voluntariado en el valle de Chota-Mira. La primera satisfacción fue realizar un proyecto tan gratificante como el de distribución de filtros potabilizadores de agua y hábitos saludables en las comunidades de la zona: Cuajara, Mascarilla, La Victoria, Chalguayaco y la preciosa Monteolivo. El proyecto en sí es una maravilla, una idea brillante y sencilla de llevar a la práctica que produce una mejora inmediata en la vida de las familias que reciben el filtro.


La segunda gran satisfacción fue poder realizar este proyecto de voluntariado en familia, pues mi mujer y tres hijos compartieron este proyecto y otro de campamentos vacacionales y educación en derechos en las mismas áreas. Otros tres voluntarios (Bea, Belén y Marcos, los mejores compañeros de viaje que uno puede llevar) completaron los dos equipos que tratamos de llegar a todos los lugares a los que Ayuda en Acción junto con su socio local FEPP (Fundación Ecuatoriana Populorum Progressio) nos había dirigido.



Aportas una gota. Recibes un océano.



Ver trabajar a mis hijos con esa energía, que hayan conocido a gente tan diversa y una realidad tan diferente a la nuestra, y que todo eso les haya parecido estimulante es un orgullo para nosotros como padres. Les he visto explicar el funcionamiento a los habitantes de la zona con paciencia y cariño. En tan corto período de tiempo les he visto madurar, crecer, sentirse seguros de sí mismos, aprender a empatizar, a comunicar en público con soltura. Ha sido una gran experiencia también para ellos.


Una inmensa satisfacción fue, sin duda, conocer y compartir el trabajo con el gran equipo local en Mascarilla, conocer otros emprendimientos, ver cómo la ayuda que llega desde los socios se convierte en cambios para la vida de las personas.


Pero lo más emotivo de todo el viaje, sin duda, fue conocer a Melany, la niña que apadrinamos también en familia desde hace ocho años. Que una niña en una pequeña comunidad como Mascarilla, en pleno corazón del valle de Chota-Mira, sepa que hay una familia de españoles dispuestos a venir desde tan lejos a conocerla fue todo un acontecimiento para ella, para su familia y para el propio pueblo. La hemos visto crecer a través de cartas y fotos y ahora por fin pudimos cerrar la distancia para darnos un abrazo y charlar bebiendo un jugo de avena casero.


La experiencia de voluntariado de Mª Jesús: tener familia debe ser un derecho, no un lujo


El primer día que llegas al Valle de Chota-Mira, el paisavoluntariado en ecuadorje te impresiona. Mires hacia donde mires encuentras montañas, unas altas y empinadas, otras más bajas y redondeadas salpicadas de pequeños parches verdes.


Las comunidades de esta zona son pequeñas y muy dispersas en tan complicada orografía. En algunas comunidades la mayoría de la población es de origen afro y sus habitantes de raza negra, como Melany, la niña a la que apadrinamos en familia.


Aunque en la zona el agua no falta, lo que sí es escasea es el agua potable. Por eso una de nuestras funciones del voluntariado era repartir filtros de agua que potabilizaran el agua que beben en casa.


Pero el voluntariado también conllevó una labor educativa. Me uní a Isabel, educadora y defensora de los derechos de la infancia en las comunidades en las que trabaja Ayuda en Acción. Con paciencia y entrega, esta mujer de principios sólidos y alma generosa, recorre cada día los tortuosos caminos que unen las distintas poblaciones para reunirse con la infancia. Con juegos, canciones y manualidades arranca sonrisas que ella va recogiendo en su mochila. A cambio de esta preciada cosecha, Isabel va sembrando en ellos semillas de igualdad, tolerancia y respeto. De este modo, existe ya un grupo de jóvenes que son referentes en la defensa de derechos en su comunidad. Tuvimos la suerte de acompañarlos en una acampada en la que hubo juegos, música y comida, pero también mucho trabajo y muchísimas reflexión.


Durante todo el tiempo de mi voluntariado en familia me dejé llevar para exprimir al máximo esa experiencia. Gracias a esta actitud aprendí de la actitud de las mujeres ecuatorianas, valientes, capaces, duras y responsables. Pero también aprendí de la alegría de la gente, de sus buenos modales. Pero lo más importante: realizando este voluntariado en familia me di cuenta de que tener familia en muchos países del mundo es un lujo y no un derecho.